Capítulo 6.

650 30 0
                                    

Buenos Aires, Argentina. Agosto 2017

Una suave llovizna bañaba los cristales del ventanal que le mostraba una vista preciosa de la ciudad. Le encantaba la lluvia, podía pasar horas allí acurrucada, sólo mirándola caer, bañando toda la ciudad, cobijada por esa maravillosa calidez y con esta sensación de paz que la colmaba completamente. Que extraño que se sintiera precisamente así cuando pensaba en él, cuando recordaba aquellas tardes de lluvia que compartieron abrazados, tendidos sobre la gruesa alfombra frente a la chimenea, como amigos o como amantes, eso no importaba, la sensación de plenitud siempre era la misma.

—No nos hacía falta hablar, podíamos pasar horas sólo mirándonos y sonriendo, abrazados... ¿Cómo perdimos todo eso? ¿Dónde quedó esa magia? Fuimos felices... ¡Dios, quiero pensar que sí! Que yo te hice tan feliz como vos me hiciste a mí, pero a estas alturas no lo sé, ya no sé nada y no te imaginas cuánto me tortura esta incertidumbre, día y noche... ya sé que no gano nada con seguir preguntándome lo mismo, ni siquiera porqué lo sigo haciendo... o porqué estoy hablando en este momento como si pudieses escucharme, ¡Soy tan patética! —se lamentó llevándose las
manos al rostro para cubrir su vergüenza.

Se cubrió con la manta hasta quedar como un ovillo en el sillón, sintiendo unas enormes ganas de llorar, la calidez se estaba desvaneciendo de la misma manera que lo hacía esa sensación de tenerlo cerca, había pasado tres años aferrándose a un sueño, porque eso fue él en su vida, sólo un sueño... y ahora que necesitaba desesperadamente dejarlo ir para continuar con ésta no podía hacerlo, no tenía la fuerza, todo esto era tan cruel y absurdo.

—¿Qué ganaste con escribir esa historia Delfina? Sos una masoquista, te gusta sufrir, tenes el alma de mártir... no, sos una estúpida, sí, una gran estúpida... tuviste que parar todo esto cuando pudiste, pero no, vos aceptaste el reto, jugaste y perdiste ¡Supéralo ya! Déjalo ir... déjalo ir... —susurró apretando los ojos con fuerza.

Las lágrimas de nuevo bañaban sus mejillas, luchó pero no consiguió ganarles, su respiración se hizo pesada y el nudo que se había formado en su garganta apenas si la dejaba respirar, se esforzó por llenar sus pulmones de aire y detener la avalancha, pero un sollozo reventó toda barrera que hubiera colocado, un segundo después se encontraba llorando amargamente.

—Por favor... ya no quiero seguir con esto, si tan sólo pudiera verte una vez, sólo una y poder cerrar este capítulo como se debe, hice tantas cosas y nada parece funcionar, siempre me tropiezo con tus recuerdos, siempre comparando, me arruinaste... me enseñaste que el amor era real y también que era hermoso, maravilloso, pero sumamente doloroso — seguía murmurando mientras lloraba y se acurrucaba más para no sentir ese frío que la lastimaba tanto como el recuerdo de su despedida.

Cerró los ojos con fuerza para contener las lágrimas y alejar de su mente la imagen de él. De nada servía luchar contra sus emociones, no había logrado superarlas en todos esos años, no lo haría esa noche aunque lo deseara con toda su alma, más que nunca Delfina tenía miedo. Miedo de no poder superar ese amor, miedo de no poder sacarlo de su ser, de su corazón, de su alma.

—Me acostumbraste a vos, a tus besos, tus caricias, a tus sonrisas y tus miradas... Decime por favor cómo hago para olvidarte, decime cómo consigo liberarme de vos.. no pude dejar de amarte, ni de extrañarte un sólo instante en todo este tiempo —un sollozo escapó de sus labios y un nuevo torrente de lágrimas la desbordó.

—Yo no quería enamorarme... no quería esto, sabía que iba a perder con vos, lo sabía y aun así continúe... y no puedo decir que me arrepienta porque estaría mintiendo... quiero olvidarte y... y siento que si algo así llega a pasar me quedaría vacía. ¿Qué me hiciste? ¿Qué me hiciste? — preguntó con dolor. Y una vez más lo buscó en sus pensamientos, viajando en el tiempo, justo al momento en el cual todo comenzó.

Ríndete a mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora