Delfina la vio salir de ese lugar sin decirle una sola palabra, ni siquiera se volvió a mirarla; así que por un instante se llenó de miedo al no saber si se había extralimitado, si había terminado por arruinar la relación entre Albert y su hermana. Levantó la mirada al cielo que como siempre lucía hermoso con millones de estrellas, al tiempo que alzaba una plegaria para que lo que había hecho no trajera consecuencias negativas, no soportaría ver a su novio sufrir todavía más por Julia.
—Bueno Delfina, vos nunca eludiste tu responsabilidad, así que no te queda más que contarle a Albert lo que hiciste... que él esté al tanto para que no lo tome por sorpresa si Julia le reclama —se dijo a sí misma saliendo del salón—. Y la próxima vez no te dejes llevar por tu curiosidad, ya ves que solo te mete en problemas.
—Te estaba buscando ¿dónde estabas?— preguntó Albert con una sonrisa cuando la encontró en medio de la escalera.
—Fui a la terraza... —decía cuando él la detuvo.
—¿Estabas recordando? —inquirió de nuevo en un tono sugerente apoyando sus manos en las caderas de ella—. Si quieres podemos escaparnos a ese lugar cuando todos se vayan a dormir —propuso con una sonrisa y le miraba los labios con deseo.
—Vas a acabar conmigo Albert Baró—se quejó como hiciera él durante la madrugada, le acarició el pecho liberando un suspiro, consciente que debía decirle la verdad—. Estaba hablando con Julia —vio la sorpresa reflejada en sus ojos y también varias interrogantes, así que se apuró a contestar—. Quería charlar con ella un rato y no sé, intentar averiguar por qué había cambiado tanto, por qué se siente tan resentida con vos...
—¿Qué hiciste qué? ¡Delfina por favor! —la detuvo molestándose por lo que hizo—. No tenías que hacer nada de eso.
—No te pongas así... no lo hice por mal, podemos ir a la habitación. Todos nos están mirando — pronunció viéndolo a los ojos, sintiéndose apenada por la reacción de la familia de Albert.
—Ven —mencionó tomándola de la mano y subió las escaleras con ella sin siquiera despedirse o excusarse con los demás.
Caminaron en silencio por el pasillo, al llegar él cerró la puerta y pasó el pestillo para asegurarse que nadie viniera a inmiscuirse, ya conocía a su familia. Se volvió para mirarla exigiéndole una explicación sin palabras, solo con su actitud.
—Albert yo no quise... ya sé que no debí meterme en este asunto, que me tomé atribuciones que no me correspondían y merezco que te enojes conmigo. Pero te aseguro que no lo hice para traerte problemas... yo solo quería... —se detuvo porque el nudo en su garganta no la dejaba continuar, se sentó al borde de la cama clavando la mirada en sus manos, suspirando para liberar la presión en su pecho.
Él inhaló profundamente para relajarse, la imagen que mostraba lo golpeó en el pecho haciéndole ver que había actuado mal, ella solo había querido ayudar y él en lugar de agradecerlo se lo reprochaba, estaba molesto sin saber siquiera el motivo real, quizás era por esa maldita manía que se había impuesto de tratar a Julia con guantes de seda, él temor de sentir que si la presionaba o la enfrentaba iba a terminar perdiéndola de manera definitiva.
Caminó hasta ella sintiéndose más calmado y se puso de cuclillas frente a ella, le tomó las manos mientras buscaba su mirada para hablarle haciéndolo a los ojos, que viera que sentía mucho haberse mostrado así con ella y sobre todo delante de su familia.
—Amor mírame —le pidió al ver que ella se negaba a darle la cara, llevó su mano hasta la barbilla para subirla, ver que estaba a punto de llorar le estrujó el corazón—. Perdóname por haberme portado como un idiota, no vuelvas a decir que tomas atribuciones que no te corresponden, porque tú eres parte de mi vida y todo lo que tenga que ver con ésta te concierne... así como yo me he inmiscuido en la tuya, tú también tienes derecho de hacerlo con la mía —expuso mirándola a los ojos.
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Ríndete a mi.
RomanceAlbert Baró y Delfina Chaves guardan un gran secreto. Ellos esconden dentro de sus corazones un gran amor que se quedó detenido en el tiempo y en un espacio que durante tres meses los albergó y los llevo a vivir la más hermosa e intensa historia de...