Capítulo 150.

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Después de tomar aire levantó la mano para golpear en la puerta, no recibió respuesta a su primer llamado así que lo intentó de nuevo, estaba por llamar de nuevo cuando escuchó la voz de su hermana invitándolo a pasar. Sintió su corazón hacer sus latidos más lentos y pesados mientras giraba la manija, en ese instante se dio cuenta que no sabía qué le diría, así que recurrió a parte de sus cualidades como actor: La improvisación.

—Hola... ¿Puedo pasar? —preguntó asomando medio cuerpo.

—¿Qué sucede? —contestó con una pregunta, de inmediato se puso en guardia pensando que él venía a reclamarle por lo sucedido con su novia, se sentó pegando la espalda en el cabecero de la cama.

—Nada, solo quería saber si te sentías bien, después de la cena desapareciste —contestó entrando y cerró la puerta tras él.

—Fui a la terraza, seguramente tu novia te lo habrá dicho.

—¿Delfina? —preguntó jugando a que no sabía nada.

—Sí, y no vengas a decirme que no lo sabías porque estoy segura que ella fue a contarte que la puse en su lugar por querer meterse en mis asuntos —respondió mirándolo de manera desafiante.

—No me ha dicho nada, solo que intentó entablar una conversación contigo —dijo frunciendo el ceño, pues lo que temía había ocurrido.

—¿Una conversación? Yo más bien diría que fue un interrogatorio —señaló mirándolo molesta mientras se cruzaba de brazos. Él sonrió ante ese comentario, su hermana tenía razón, todos los miembros de la familia Chaves eran así, lo que ellos percibían como una simple conversación, terminaba siendo un duro interrogatorio para sus interlocutores, su mirada se encontró con la de Julia. —¿Cómo la conociste? Porque ya sé que no fue en el casting... sino hace muchos años —indicó relajándose un poco, dejándose ganar por la curiosidad al ver el brillo en la mirada de Albert.

—Esa es una larga historia... —mencionó lanzando el anzuelo y al ver que Julia se quedaba en silencio sin dejar de mirarlo continuó—. Pero si deseas escucharla y no tienes sueño puedo contártela.

—Bien —contestó rodándose un poco en la cama para hacerle espacio, no lo invitó a sentarse, pero esperaba que él entendiera. Albert sintió que la llama de la esperanza se hacía más intensa dentro de su pecho, se acercó para tomar asiento y se quitó las zapatillas con los talones, después se movió apoyando su espalda en el cabecero y estiró las piernas sobre la cama, posó su mirada en ella sonriéndole.

—La conocí en la Toscana, hace ya cuatro años... —decía como quien inicia un cuento de hadas.

—Espera... ¿Ella es la chica de la que hablaste en la entrevista? —inquirió sorprendida, pues siquiera creía que existiese en realidad.

—Sí, es la misma... la que me enamoró... y también me salvó —respondió sintiendo que la emoción de pronto era reemplazada por el miedo. Había llegado la hora de contarle todo a su hermana, tomó aire para infundirse valor mientras la miraba a los ojos—. Julia... quiero contarte los motivos que me llevaron a ausentarme por tanto tiempo, y comprenderé si después de esto... —su voz se quebró ante el temor, pero la mirada de su hermana le pedía continuar—. Entenderé cualquier decisión que tomes, solo te pido que me escuches hasta el final —dijo mirándola fijamente a los ojos, rogándole con la mirada que le diera una oportunidad para recuperarla. Ella asintió en silencio mientras dentro de su pecho se expandía una extraña sensación, suspiró esforzándose por no llorar al ver la mirada de su hermano tan turbada, le prometió sin palabras que escucharía todo lo que tenía que decirle, pues deseaba hacerlo de él y no de terceros. Albert comenzó a relatarle la historia tal cual lo hiciera con Delfina años atrás en ese mismo lugar, era asombroso como todo parecía coincidir una vez más y el mismo miedo que lo invadió en aquel entonces ante un posible rechazo por parte de Delfina, una vez más latía en su interior, pero esta vez por perder por completo a Julia, por defraudarla como había hecho años atrás con el resto de su familia. Su hermana mostró muchas de las reacciones que se esperaba, le había prometido escucharlo hasta el final y lo estaba haciendo, pero eso no limitó que le reclamara varias veces su manera de proceder, sobre todo cuando le contó lo del robo del talonario de récipes a su madre, y la vio sorprenderse al saber de las fiestas que llevaba a cabo junto a Stefano.

Ríndete a mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora