Capítulo 162.

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Delfina miraba a través de la ventana el hermoso paisaje que le regalaba la Toscana, comenzaba a pintarse de hermosos tonos en marrón y naranja que anunciaba el otoño. Dejó libre un suspiro cerrando los ojos al recordar, que exactamente hacía cuatro años ella se sentía en la misma situación en la que se encontraba en ese momento, y no podía evitar que el corazón se le rompiese en cada latido al comprobar que una vez más se había lanzado al vacío confiando en una quimera... en Albert.

—¿Estás segura que queres hacer esto? —preguntó Jaqueline mirando la espalda de su amiga, consciente de cuánto sufría.

—Es lo mejor Jackie —respondió simplemente sin volverse a mirarla.

—Sigo pensando que deberías hablar con él... —decía y detuvo sus palabras cuando vio que ella se daba vuelta.

—Ya no tiene caso... además ¿para qué lo voy a hacer? ¿Para qué me humille de nuevo como lo hizo anoche? —inquirió mostrando su dolor y todo el resentimiento que se había acumulado en ella —. Si de verdad él estuviera arrepentido ya habría buscado la manera de hablar conmigo, en otra época sabes perfectamente que ni siquiera me hubiera quedado a esperar... y sin embargo, lo hice Jaqueline, pero a Albert no parece importarle, así que ¿qué me demuestra con esto? — cuestionó.

—Quizás está esperando que los ánimos se calmen, Delfi tenes que intentar ponerte en su lugar. Pensa lo que hubieras sentido vos si es Romina Ciccone quien hubiera llegado y te enteras que va a pasar la noche bajo el mismo techo de él —expuso mirándola a los ojos.

—Me hubiera enojado y le habría reclamado es cierto, pero no lo hubiera tratado como él lo hizo conmigo, dijo que me acostaría con Ignacio para darle una especie de premio de consolación, y además que acostumbraba hacerlo ¿cómo esperabas que reaccionara ante eso?

Se interrumpió sintiendo que una vez más la sangre en sus venas hervía ante la rabia y la impotencia que sentía, liberó un suspiro, el capítulo estaba cerrado, ya no podía decir que no se dio una oportunidad y que lo entregó todo para que su relación con Albert funcionara. No resultó así, bueno debía seguir adelante con su vida, cada uno concentrado en lo que debía, después de todo lo suyo parecía no poder vivir más allá de un amor de verano.

Jaqueline la vio sintiéndose en verdad triste, no podía entender cómo una vez más ellos dejaban que el orgullo y los malos entendidos los separasen, le daba tanta rabia ver lo ciegos que estaban que agarró su bolso y caminó para salir de allí, no se quedaría para presenciar cómo Delfina dejaba escapar su felicidad otra vez.

—Voy a verificar que esté todo —mencionó abriendo la puerta, pero antes de salir habló de nuevo—. Ambos se van a arrepentir toda su vida de lo que están haciendo, pero se lo merecen porque son unos cabeza dura, les vale más el orgullo que el amor que sienten... se suponía que habías aprendido la lección Delfina, pero veo que no.

Su reproche era duro y directo, después de eso quizás su amiga también se molestara con ella, hasta podía perder la relación de doce años de amistad que tenían, pero no podía quedarse sin decir nada al ver la gran equivocación que estaba cometiendo, le dolió ver que Delfina ni siquiera se inmutaba y salió del estudio.

—Yo lo di todo Jaqueline... lo di todo, pero no puedo dejar que él me cambie, no puedo perder mi esencia y lo que soy solo para complacerlo —susurró más para ella misma.

*****

Julia llegó hasta la casa que estaban ocupando junto a Albert y subió las escaleras corriendo, tropezando con Lisandro en el pasillo, su hermano la salvó de caer al piso sujetándola por los hombros.

Ríndete a mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora