Capítulo 86.

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Luchó para no buscar con la mirada de nuevo a Delfina, no quería perjudicarla de algún modo o hacerlo él, podía arruinarlo todo tal vez si descubrían que ellos ya se conocían. Paseó su mirada por el lugar encontrándose con la castaña de ojos azules en un extremo del mismo, ella le dedicó una gran sonrisa y él respondió de igual manera, sentía que la conocía por todas las referencias que Delfina le había dado de ella, incluso la sentía como a una hermana también.

—Encantado señorita, Albert Baró —se presentó.

—Es un placer, señor Baró, Josefina Chaves... Por favor si es tan amable colóquese frente a esta pared y actué de forma natural —le pidió intentando mostrarse profesional.
Intentando controlar a su corazón que latía con fuerza, ese hombre tenía una fuerza que envolvía, quizás su intensa mirada o lo grave de su voz, su sonrisa, la elegancia que resaltaba en él, lo guapo que era, mucho más que en las fotografías, aunque las pocas que vio ya lo mostraban tan apuesto como ahora. Quizás era su personalidad lo que le había encantado, esa seguridad e incluso la manera en cómo le respondió al director habían hecho que captase su atención, no sabía cómo definirlo o a qué adjudicarlo, pero la tenía completamente cautivada y ya había elegido a su Manuel Donatti personal.

—Por supuesto, seguiré sus instrucciones al pie de la letra, por cierto es usted la hermana de la escritora, ¿no es así? —inquirió él.

—Sí, soy su hermana menor, por favor colóquese de perfil —contestó y después le dio la indicación.

—Tiene cierto parecido, aunque sus ojos son claros y los de ella no, pero igual de hermosos en ambas —la alagó y ella le dedicó una sonrisa, mientras seguía sacándole fotos.

Él llevó sus manos hasta los bolsillos de su pantalón para darle una pose más casual y después le mostró su otro perfil, no era la primera vez que posaba para unas audiciones y aquí o en España, todas eran iguales, ella se tomó su tiempo aprovechando cada ángulo que Albert le ofrecía y después de unos minutos él habló de nuevo.

—Supongo que ha leído ya el libro, por lo que me dijo el señor Whitman tuve un buen desempeño, pero me gustaría tener su opinión ya que es obvio que su hermana no puede hacerlo, ni el resto del equipo hasta que no tengan las demostraciones de los demás —susurró tomando asiento en la silla que ella le señaló.

—Está en lo correcto, se supone que no debemos hablar de eso y en cuanto a si leí el libro. Claro que lo hice ya tres veces, el personaje de Manuel es tan increíble, los anteriores protagonistas de Delfi eran maravillosos, pero este español sencillamente no tiene comparación — esbozó respondiendo con una sonrisa a aquella que él le entregó y se sintió un poco tonta, pero rápidamente se enfocó de nuevo en la conversación—. No en vano la novela tuvo el éxito que tiene, mi hermana verdaderamente se lució con él, es tan real, complejo, tanto que parece mentira cuando se muestra ante Priscila tan vulnerable y sensible, yo particularmente lo adoré y estaría encantada que quien obtuviese el papel le diese la esencia correcta... usted por ejemplo lo hizo mejor que todos los que pasaron hasta ahora y bueno ¡Bah! Se suponía que no debía decir nada relacionado, pero es solo mi opinión, me encantó su desempeño señor Baró—confesó con una sonrisa mientras terminaba.

—Gracias señorita Chaves, aunque sea solo su opinión la valoro muchísimo. Espero no haberla hecho perder mucho su tiempo, dele saludos a su hermana de mi parte y dígale por favor que estoy muy feliz de su éxito y que espero verla pronto —se despidió extendiéndole la mano mientras sonreía.

Ella la recibió sintiendo que ya el hombre le caía bien, no se había mostrado vanidoso ni arrogante como muchos de los otros, tampoco había mostrado un interés desmedido por conocer su opinión o saber si podía ponerlo en contacto con Delfina o si podía influenciar de algún modo para que le diesen el papel, por el contrario se mostró bastante casual y relajado.

Ríndete a mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora