La placentera sensación de los besos de Albert cayendo sobre su espalda la despertaron a la mañana siguiente, ella no quería abrir los ojos para no ser consciente que el tiempo corría y debían irse, solo deseaba quedarse allí para siempre. Se estremeció sin poder evitarlo cuando él llegó al final de su espalda para dejar caer un beso suave, ella suspiró sintiendo cómo los labios masculinos esbozaban esa sonrisa que conocía tan bien.
—Voy a prepararte el desayuno, sigue descansando —susurró en su oído y le dio otro beso en el hombro.
Delfina esbozó una sonrisa y asintió sin abrir los ojos, se sentía agotada hasta para eso, apenas unas horas atrás se habían quedado dormidos, no podía entender cómo Albert tenía fuerzas para levantarse de la cama después de la noche que habían tenido. Primero la velada en el club y después todas las veces habían hecho el amor, eso era lo que más exhausta la había dejado, aunque también sentía una enorme satisfacción que no cambiaría por nada y con gusto repetiría todo lo que hizo la noche anterior.
Se removió en medio de las sábanas gimiendo al sentir ese leve dolor, que ya se había vuelto una constante cada vez que pasaba la noche junto a su español, sonrió al recordar su preocupación al pensar que estaba siendo muy rudo y eso la llenó de ternura, al tiempo que sentía que su amor por él se hacía más intenso y abarcaba mucho más dentro de ella. Abrió los ojos girando para quedar boca arriba mientras sentía la suavidad de las sábanas deslizarse por su piel desnuda, se estiró en la gran cama cuan larga era y todos sus músculos se dilataron intensificando esa sensación de dolencia en sus caderas y extremidades.
—Después de este fin de semana creo que voy a volver a la villa en silla de rueda —susurró sonriendo mientras fijaba su mirada en el techo de vigas de madera oscura, que contrastaba a la perfección con las paredes blancas y el piso de parqué en un tono más claro.
Bajó de la cama sintiendo el piso frío bajo sus pies, se cubrió con la sábana y después tomó su bolso para ir hasta el baño. Cuando sus ojos se toparon con su imagen abrió mucho los ojos, su cabello era un desastre y aún había rastro del maquillaje en sus ojos.
Sacó una toalla humeda, una liga para el cabello y su cepillo de dientes, mientras arreglaba su apariencia se fijaba en el baño que tenía una decoración sumamente masculina y eso le provocó cierto alivio ya que odiaría encontrarse con algo de la horrible de Romina Ciccone. Después de veinte minutos se encontraba lista, había encontrado su vestido y solo en ese momento caía en cuenta que no podía volver vestida así al hotel porque notarían de inmediato que había pasado la noche fuera.
Suspiró buscando en su cabeza la solución y se le ocurrió llamar a Josefina para que le llevara algo de ropa, pero entonces cayó en cuenta que quizás ella tampoco había regresado al hotel, debía estar junto a su nueva conquista.
Escuchó a su estómago reclamar por comida así que optó por ponerse un albornoz de Albert, le quedaba un poco grande pero al menos la cubriría más que la sábana, bajaría a desayunar y después vería cómo solucionar lo de su ropa, su abuela decía que se pensaba mejor con el estómago lleno y quizás Albert le ofrecía una solución.
Bajó despacio las escaleras aéreas, hecha con paneles de madera color crema y el pasa mano era de acero cromado, lo primero que sus ojos divisaron fue la elegante y moderna pantalla de plasma con borde cromado, que estaba incrustada en la pared rústica de laja, pintada en un blanco impecable y junto a ésta dos largas bocinas de un teatro casero. Caminó sintiendo bajo sus pies descalzos la suave textura de la mullida alfombra en gris humo, mientras observaba el love seat de tela en un tono blanco que hacía ver el espacio muy minimalista.
—Me gusta... es perfecto... si hubiera estado en mis manos habría hecho lo mismo Albert— susurró deslizando su mano por una de las repisas de madera oscura, donde reposaban varios portarretratos con fotografías de su familia, sonrió al reconocerlos a todos.
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Ríndete a mi.
RomanceAlbert Baró y Delfina Chaves guardan un gran secreto. Ellos esconden dentro de sus corazones un gran amor que se quedó detenido en el tiempo y en un espacio que durante tres meses los albergó y los llevo a vivir la más hermosa e intensa historia de...