Capítulo 36.

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Delfina se encontraba en el living horas después, disfrutando del fresco aroma de la naturaleza que entraba a raudales a través de los ventanales que había abierto, éste se mezcló con el exótico olor del incienso que había prendido. La gran luna en medio del cielo atrapó su mirada cautivándola al instante y le prometía una noche rebosante de luminosidad. El sonido del timbre la sacó de golpe de su ensoñación, sintió como su corazón se disparaba en una carrera alocada, odiaba que le pasara eso cada vez que era consciente de la presencia de Albert Baró, inhaló profundamente para calmar su agitado palpitar y se encaminó a la entrada.

—Hola Delfina —la saludó mostrando esa hermosa sonrisa que era tan natural en él como respirar y se deleitó observándola.

—Hola Albert, pasa por favor... —pidió notando que él parecía muy entretenido mirándola, ella también quiso deleitarse en la imagen de su vecino.

Llevaba un jean gris plomo que se ajustaban a sus piernas mostrándolas perfectas y muy masculinas, la camiseta de algodón blanca en cuello V también resaltaba sus atributos, siempre se veía atractivo, suprimió un suspiro girándose y caminó guiándolo al comedor donde la mesa ya se encontraba servida, a la espera del plato principal que en realidad sólo sería uno.

—Por favor toma asiento, esta noche sos mi invitado —le dijo con una sonrisa amable.

Caminó hacia la cocina y volvió con una bandeja refractaria de porcelana blanca, la colocó cerca de los lugares que ellos ocuparían, vio que ésta había captado la atención de Albert, dejó ver una sonrisa y no respondió a la pregunta reflejada en su mirada, salió de nuevo hacia la cocina y trajo con ella una botella de Chardonnay.

Albert se había concentrado en descubrir lo que a todas luces parecía una especie de pastel o alguna pasta, la presentación de la misma lucía impecable y muy apetitosa, el contraste del queso gratinado, las ramas de perejil y lo que intuía podía ser jamón o tocineta le hizo la boca agua, su mirada se posó después en el vino blanco que Delfina traía en sus manos.

—¿Vino? —preguntó en un tono muy coqueto que la sorprendió, no sabía de donde lo había sacado.

—Por supuesto —respondió el actor de inmediato, complacido ante su tono de voz, le extendió la copa para que ella lo sirviera.

Delfina vertió en ésta sólo una pequeña cantidad, dedicándole una mirada llena de expectativa, indicándole que deseaba que le dijera si su elección había sido la correcta; lo vio llevarse la copa a los labios, tomar toda la cantidad en su boca y catarlo, ella juró que su corazón se detuvo, al ver como Albert dejaba que el vino bajara por su garganta, provocando que la manzana de Adán se moviera de arriba abajo, y después en un leve movimiento rozase con la punta de la lengua sus labios, apartó la mirada sintiendo que sus manos y sus piernas temblaron, intentó calmarse distrayéndose en su propia copa.

—Está exquisito, pero me siento sumamente deseoso de descubrir que nos has preparado para cenar —indicó con una sonrisa ladeada.

—Eh... en realidad sólo tendremos un plato, éste de por sí ya es lo suficientemente pesado para una cena —contestó disponiéndose a cortar un trozo y servirlo en el plato de Albert.

—Pude notarlo, es pasta ¿verdad? —preguntó apreciando el delicioso aroma que había soltado el plato cuando ella lo cortó.

—Sí... bueno, ustedes son muy buenos con las pastas.. Espero estar a tu altura—
dijo riendo con sarcasmo.

— Espero no tener que correr al hospital..— bromeó.

— ¿Disculpa?— Preguntó algo molesta y lo vió llevar el primer bocado a su boca.

Ríndete a mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora