Después de una semana idílica, colmada de emociones, sensaciones y nuevas experiencias, entre las cuales era necesario resaltar los intentos por vencer sus temores; en el caso de Delfina que ahora se llevaba muy bien con Misterio y hasta había empezado a cabalgar sin la compañía de Albert. O como fue el caso de él, al menos afrontar su miedo a las alturas, aún le resultaba difícil de creer que ella hubiera logrado liberarse de un temor que la había mantenido sometida por años, y que él no pudiera soportar estar parado al borde del campanario o en la terraza de la casa de los conserjes.
Albert se encontraba acostado en una de las tumbonas junto a la pileta, mientras leía otro de los libros de Delfina.
Un rato después él entró a su casa y la sensación de encontrarse sólo en ésta fue algo extraño, de inmediato buscó ocupar su tiempo, llamó a sus padres a cada una de sus oficinas y luego de hablar con ellos por varios minutos, marcó a la casa para hablar con su hermana, una vez más se le hizo imposible.
Según Jazmín, la chica había salido muy temprano a casa de una de sus amigas, pero no sabía darle explicación de a cuál de todas, ni tampoco lo que se suponía estaba haciendo, incluso Albert llegó a sentir que la mujer le ocultaba algo, se escuchaba nerviosa o quizás era que él siempre la había intimidado. Le dejó un mensaje donde le decía que volvería a llamar para hablar con ella, y que la extrañaba mucho; hasta el momento no había logrado sacarse de la cabeza las reacciones que había estado teniendo Julia en los últimos días, ya él llevaba dos meses aquí y en éste no había logrado hablar con ella, la última vez que lo hizo la notó muy distante y resentida.
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Horas después se encontraba junto a Delfina en su auto, el viaje a Varese que había prometido se estaba concretando.
—Vamos a recargar combustible antes de tomar la SGC, así no haremos más paradas hasta llegar a Milán. ¿Quieres desayunar ya?— preguntó, mientras giraba a la izquierda para salir de la vía principal hacia una estación de servicio.
—No tengo hambre todavía, pero si vos tenes puedo comprarte algo mientras llenas el tanque —contestó y se volvió para mirarlo.
Se veía muy guapo con lentes de sol, concentrado en el camino, con esa forma en que sus manos se deslizaban por el volante o movían la palanca para realizar los cambios, mostrando la misma seguridad y destreza de siempre, se veía igual de sensual manejando, montando a Misterio, nadando o caminando, siempre se veía bien. Delfina suprimió un suspiro y se reprochó por sus pensamientos, definitivamente cada vez estaba peor, él la tenía completamente cautivada y negarlo era absurdo, pero debía tener un poco más de auto control o terminaría poniéndose en evidencia.
—Yo tampoco tengo hambre aún, lo decía por ti, igual no es mucho el trayecto de aquí a Milán, son 2,3 kilómetros, podemos esperar y comer en algún restaurante cuando lleguemos, tengo unos amigos allá que preparan los mejores latte macchiato que he probado —comentó con una sonrisa embelesado por lo hermosa que lucía ella esa mañana.
Al fin llegaron a su destino donde pasarían el fin de semana, el cambio de clima fue evidente desde que dejaron la vía que los llevaba al centro de la ciudad y se internaban en aquella que los acercaba al lago. El lugar era completamente distinto a la Toscana, el sólo hecho de estar a orillas de un lago y frente a los imponentes Alpes suizos era un cambio para ambos, además de ser por supuesto el pueblo que inspiró una de las mejores y más famosas series de Albert.
Tuvieron que dejar el auto en un aparcadero que la familia tenía cerca de la plaza principal, la entrada a la casa no tenía el espacio suficiente para que un coche pasara y mucho menos donde guardarlo. Estirar las piernas fue algo maravilloso para ambos, sacaron del baúl el equipaje y las compras que había realizado Delfina, en vista de que no pudieron notificarle a nadie para que viniera a preparar la casa, eso les sería de mucha utilidad. Las calles se notaban solitarias a pesar de estar ya cerca del mediodía, el ambiente en general era bastante taciturno, y contrastaba con la belleza que la rodeaba, el cielo tenía un tono azul helado.
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Ríndete a mi.
RomanceAlbert Baró y Delfina Chaves guardan un gran secreto. Ellos esconden dentro de sus corazones un gran amor que se quedó detenido en el tiempo y en un espacio que durante tres meses los albergó y los llevo a vivir la más hermosa e intensa historia de...