Capítulo 28.

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El desorden que reinaba en la cama de Delfina era de proporciones épicas, más tratándose de alguien fanática del orden como lo era ella. Casi todas sus prendas se encontraban esparcidas por ésta e incluso algunas habían ido a parar al piso mientras ella se miraba en el espejo llevando un short naranja, una camiseta blanca y una chaqueta de algodón también naranja.

Pensó que así lucía bien, era algo casual y bonito, pero un vistazo a sus piernas le dejó claro que debía cambiarlo, era demasiado corto. Salió en busca de otro y todo fue en vano, todos sus shorts eran muy sugerentes para llevarlos en esa ocasión.

Optó entonces por una falda, quizás eso podía funcionar, pero terminó desistiendo al comprobar que tampoco haría mucha diferencia, además Albert podía terminar pensando que se la había puesto para provocarlo. Comenzó a frustrarse por no encontrar que ponerse, miró el reloj y aún le quedaba poco más de una hora, antes que él pasara por ella, cosa que le parecía absurda ya que sólo tenia que caminar unos cuantos metros hasta la casa vecina, pero él insistió y ella terminó cediendo para no caer en una nueva discusión.

Se le haría tarde si no se decidía de una buena vez, aún debía darse una ducha y maquillarse un poco, tampoco iría con la cara lavada. Dejó libre un suspiro y cerró los ojos para focalizarse, los abrió de nuevo y recorriendo con la mirada el desorden que había en su cama, al azar tomó un vestido de esos que usó para pasear por la Riviera Francesa cuando la visitó. El mismo era sencillo y hermoso, el escote era sugestivo pero su largo le brindaba el equilibrio que estaba buscando, además era ancho, por lo que no se pegaría a su figura como otros que se había puesto hacía minutos.

—Es éste y no se habla más Delfina... ¡Por Dios! Esto es increíble, das vergüenza de verdad —esbozaba mientras se desvestía.

Se colocó el vestido y caminó hasta quedar frente al espejo, suspiró pensando que tal vez podía resultar muy elegante por el largo, pero no tenía de otra, colocarse uno más corto podía enviar el mensaje equivocado al actor. Con el escote no podía hacer nada, tener senos voluptuosos no se ocultaría con nada, ni siquiera con un suéter de cuello alto, al menos éste le ofrecía una vista menos insinuadora, incluso se veía relajada y despreocupada, como si no se hubiera esmerado en su arreglo para impresionarlo.

—Sí, es perfecto, bueno ahora a recoger este desorden y apurarme... o va a llegar y me encontrará sin vestirme todavía—se dijo quitándose el vestido, lo dejó sobre el diván de terciopelo color musgo que se encontraba junto a la ventana.

Sin poder evitarlo echó un vistazo a la casa vecina y se percató que tenía las luces prendidas, aunque el sol aún aportaba un poco de luz. Faltaban diez minutos para las seis de la tarde, pero los días eran más largos en cuanto a luz solar, buscó con la mirada a Albert y lo vio salir por la puerta trasera.

Ella se escondió rápidamente tras las cortinas para que él no fuera a descubrirla. Desde dónde se encontraba pudo ver que se dirigía a la bodega de los vinos y minutos después regresaba hasta su casa llevando dos botellas en las manos.

—¡Dos botellas es demasiado vino! —exclamó sintiéndose nerviosa de pronto.

Una alarma se había activado en ella no tanto porque sospechara que Albert hubiera planeado todo eso para emborracharla y llevársela a la cama, eso era tan probable como que la tierra era redonda, sabía que él jugaba al seductor de vez en cuando y conseguía trastocarla. Sin embargo, dudaba que fuera a hacer algo deshonesto como aprovecharse de ella de esa manera, o al menos eso creía.

Igual el verdadero problema y a lo que más temía era a que ella misma terminase dándole pie a él para que algo así pasara porque ya había admitido que ese hombre le gustaba mucho, que incluso lo deseaba y estando los dos solos en ese lugar todo estaba a favor que terminaran
pasando la noche juntos.

—Delfina.. Delfina, solo a vos se te ocurre aceptar algo así, se supone que sos una mujer adulta y que podes controlar una situación como esta... pero no actúas igual cuando estas frente a él, por el contrario haces todo mal... así que pensa bien lo que haces porque podes terminar donde juraste que nunca harías —se dijo sintiendo como su corazón se desbocaba en latidos.

Ríndete a mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora