Delfina sentía que todo el aire de sus pulmones se escapaba a medida que veía a Albert alejarse, su mente le pedía a gritos ir tras él pero su cuerpo no lograba moverse del lugar donde se encontraba, ver a través del cristal como él se exponía a la lluvia fue el detonante de sus emociones, recordar aquel primer día cuando se entregaron sin reservas a esa aventura que había sido la mejor que hubiera vivido. Acortó la distancia que había entre la puerta y el sitio donde se hallaba clavada, abrió y salió corriendo sin percatarse siquiera del impacto que le produjo la lluvia cuando bañó su cuerpo.
—¡Albert! —gritó con el aire que le quedaba.
Él sintió que el sol se abría paso entre las nubes oscuras que colmaban el cielo, eso no sucedió literalmente, pero a sus ojos fue así justo cuando giró y vio que Delfina se acercaba a él, recorrió el trayecto a grandes zancadas y sin darle tiempo a ella a dudar o a hacerlo él dejó caer el bolso, y la envolvió entre sus brazos mientras sus labios se adueñaban de los de ella en su beso que fue absoluto desde el inicio porque lo abarcó todo, sus lenguas se encontraron en un vaivén que ahogaba gemidos y sus labios se deslizaban acoplándose como si hubieran sido creados para ser las partes de una pieza perfecta.
Sus bocas se separaron quedando muy cerca la una de la otra, mientras él apoyaba su frente en la de Delfina sintiendo como el corazón le latía con una extraña mezcla de júbilo y tristeza, dentro de su pecho la sensación de saber que esa sería la última vez que la tendría entre sus brazos de esa manera lo hizo sollozar y buscó calmar su dolor con un nuevo beso, pegó sus labios a los de Delfina y dejó que su lengua hiciera fiesta dentro de su boca mientras temblaba junto con ella. La tomó por la cintura para llevarla dentro de la casa, si seguían a la intemperie bajo esa lluvia que a cada minuto se hacía más intensa iban a terminar enfermando.
Llegaron a la cocina en medio de besos y caricias, ninguno de los dos deseaba darle tregua al dolor para que los torturara, así que se aferraban al deseo como si fuera su única salvación. Delfina llevó sus manos al borde la camiseta que llevaba Albert y con agilidad comenzó a subirla para sacársela del cuerpo, apenas unos segundos sus bocas se separaron mientras ella pasaba por la cabeza la prenda para después tirarla en un rincón del lugar.
Albert llevó sus manos hasta la blusa blanca de Delfina cuya tela traslúcida por la lluvia le dejaba ver la ropa interior bajo ésta, con destreza desabrochó los botones y segundos después la prenda abandonaba el cuerpo de ella teniendo también un destino incierto, no perdió tiempo para liberarla del delicado brasier blanco, gimiendo cuando sus manos rozaron la cálida y suave piel de sus pechos.
Ella se estremeció ante el roce y lo abrazó acercándolo a su cuerpo deseando que el calor que brotaba de él la envolviera, mientras sus bocas mantenían ese excitante intercambio de besos. Siguió el ejemplo de Albert y comenzó a acariciarle la espalda, los hombros y el torso por el cual deliraba, sus manos la llevaron a encontrarse con la pretina del jean negro y no dudó en abrir el botón y deslizar el cierre.
—Delfina —esbozó con la respiración agitada.
—Si esta es la última vez... quiero que me hagas recordarla para siempre... quiero que te quedes grabado en mi piel Albert —su voz era una súplica, la más dulce y hermosa de todas, lo miró a los ojos sintiendo como se ahogaba en ese par de ojos que la hechizaban.
—No será la última —esbozó él con convicción, asegurando algo que tal vez estaba muy lejos de cumplir, pero en lo que necesitaba creer.
Vio como las dudas intentaban apoderarse de ella y antes de permitir que algo así sucediera lo hizo él, tomó su rostro entre sus manos y la besó con tal pasión y devoción que tuvo que separarse minutos después para tomar aire, dejó que sus manos viajaran hasta el short rojo que ella lleva, el mismo que traía puesto aquella mañana cuando leyó la escena de Ronda Mortal y despertó los deseos de hacerla suya encima de la mesa.
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Ríndete a mi.
RomanceAlbert Baró y Delfina Chaves guardan un gran secreto. Ellos esconden dentro de sus corazones un gran amor que se quedó detenido en el tiempo y en un espacio que durante tres meses los albergó y los llevo a vivir la más hermosa e intensa historia de...