Después de tener que lidiar varios minutos con el tráfico de Roma, al fin vio ante él la enorme fachada del The Saint Regis, se dirigió a la zona del valet parking y bajó para hacerle entrega de las llaves de su auto, una Maserati Kubang de un reluciente negro, al joven con uniforme que se acercó en cuanto lo vio llegar.
Se acomodó la camisa negra mientras caminaba al vestíbulo del hotel, cuando entró en éste el tono rojo, bronce y crema parecía dominarlo todo, buscó con la mirada a Delfina encontrándola junto a su hermana y Kimberly. Su escritora lo embelesó de inmediato, lucía tan bella esa noche que puso a su corazón a latir de manera desbocada.
—Buenas noches —saludó captando las miradas de todas.
—Hola Albert, creo que todos nos pusimos de acuerdo para deslumbrar esta noche, te ves guapísimo —mencionó Kimberly viéndolo.
—Kim tiene toda la razón, te ves genial —indicó Josefina saludándolo.
—Gracias, pero ustedes me han opacado por completo —dijo él mirando a Delfina que lo veía como si no fuera real.
—Buenas noches Albert—él la dejó sin habla, no podía comprender cómo cada vez que lo veía le parecía más guapo a como lo recordaba—. Gracias por el cumplido, vos te ves muy bien.
Él le dedicó una sonrisa de esas que arrancaban suspiros y tuvo que contenerse para no amarrarla entre sus brazos y besarla delante de Josefina y Kimberly, lucía tan hermosa que parecía irradiar luz.
—¿Les parece bien si nos vamos ya? El tráfico a esta hora se pone algo pesado y mis padres estan Olgiata, estaremos allí en cuarenta minutos —informó haciéndoles un ademán para que ellas caminaran delante mientras él las escoltaba.
—Sí, ya estamos listas —indicó Delfina.
Verificó que tuviera en sus manos el regalo de Julia y la botella de vino que le llevaría al papá de Albert, esperaba sorprenderlo sobre todo a él, cuando vieran que era aquella que ellos tomaron en Varese, aunque una cosecha más reciente.
—Viven a las afueras de la ciudad como nuestros padres —comentó Josefina con una sonrisa mientras caminaban.
—Ellos no viven en Italia, solo tienen una propiedad y ya que estaré un buen tiempo aquí decidieron venirse así no pasamos tanto tiempo lejos, somos muy unidos como verás. —contestó con una sonrisa y buscando en su bolsillo la propina del chico que fue a buscar su auto.
— Si, me di cuenta de eso en el aeropuerto, casi que muero de amor, son lo opuesto a nuestra familia pero bueno no hablemos de eso asi que... niño rico eh? —indagó ella.
—Josefina —la reprendió Delfina por ser tan confiada.
—Contrario a lo que puedan decir las apariencias, no lo soy, mis padres son dos profesionales como tantos otros, que han visto los frutos de su trabajo recompensados.—explicó intentando no dar muchos detalles. El chico llegó con el auto y le entregó las llaves.
—Contrario a lo que puedan decir las apariencias —esbozó Josefina viendo la preciosa Maserati Kubang ante sus ojos.
Él dejó ver una hermosa sonrisa mientras le abría la puerta del copiloto a Delfina y la trasera a ella y a Kimberly, después caminó con esa elegancia que lo caracterizaba para ocupar su asiento, se puso el cinturón de seguridad y miró a Josefina por el retrovisor.
—Bueno, yo también he cosechado los frutos de mi trabajo, tengo trece años de carrera y la única vez durante éstos que tomé unas vacaciones prolongadas, fue hace poco más de tres años —comentó encendiendo el motor y disfrutó de ver la sonrisa de Delfina.
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Ríndete a mi.
RomanceAlbert Baró y Delfina Chaves guardan un gran secreto. Ellos esconden dentro de sus corazones un gran amor que se quedó detenido en el tiempo y en un espacio que durante tres meses los albergó y los llevo a vivir la más hermosa e intensa historia de...