Malos Hábitos [Cedric Diggory/Lucius Malfoy]

Capítulo LV: La primera en dar el primer paso

Nunca había sido capaz de sentirse nerviosa con alguno de sus amantes, ni cuando la abordaban, o cuando comenzaba a andar con ellos, en ningún momento mostró timidez o temor. Ni siquiera Snape logró infundírselo, siendo ella la primera en dar el paso para compartir su cama, e insistir a que continuara pasando a pesar de que sabía que el pocionista nunca estuvo del todo seguro en su mórbida relación.

Ese sentimiento era algo nuevo para ella. Se detuvo en la salida al patio observando lo poblado que se encontraba, algunos ya la habían divisado, notando su presencia, manteniendo la mirada sobre ella, mientras otros solo la ignoraban o miraban de reojo en la espera de que sucediera algo interesante con su llegada. Diggory se encontraba casi en el medio de todos ellos. Sentado en uno de los de los bancos que rodeaba la fuente central, mirándola con una sonrisa burlona, al saber que implicaba que ella fuera hasta allá.

Gracias al agua que corría detrás de él, era difícil que alguien escuchara su conversación al menos que se encontrara muy cerca, pero si hacía algún movimiento con ella, todos se darían cuenta, se volverían el centro de atención. Elynne se había acostumbrado a que inventaran todo tipo de rumores sobre su persona, no obstante, no era lo mismo que tuvieran la certeza de alguna información sobre ella.

Aún estaba a tiempo de salir corriendo de allí, pero negó más con orgullo que con valor para caminar hacia el tejón, y sentarse en su lado con sus manos sostenida sobre sus piernas, sin poder dejar sus nervios atrás.

— Casi creí que saldrías corriendo— comentó Diggory sonriéndole de lado notando lo nerviosa que estaba—. Es tierno lo fiera que puedes ser cuando se trata de sexo, pero lo tímida que eres con tus sentimientos— exclamó llevando su mano a su mejilla para apartarle el pelo del rostro y depositar un beso en su piel, que provocó chillido sin disimulación de algunas chicas que presenciaban el espectáculo.

— Odio dar de qué hablar de primera mano, puedo soportar los rumores, pero...— se defendió relamiéndose los labios con sus nervios aun a flor de piel—. No importa, ¿ya lo pensaste?

— Casi no pude dormir por eso— respondió recostándose en la columna detrás de él—. Sabes que tengo muchas responsabilidades este año, no puedo permitirme fallar, ni descuidar algunas de ellas— le advirtió un poco serio al respecto, mientras la azabache se limitaba a asentir, al comprenderlo y estar en situaciones parecidas—. Cuando terminaste conmigo fue... peor de lo que esperaba, por lo que no puedo jugármela de nuevo si no sé si estás segura de lo que quieres.