Capítulo XI: No es un dulce sueño.

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Solo pudo rozar sus labios dado que el chico era más alto que ella por lo menos por casi un pie, provocando que este tuviera que inclinarse para capturar sus labios con los suyos y que Elynne confirmara que eran tan suaves como había imaginado

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Solo pudo rozar sus labios dado que el chico era más alto que ella por lo menos por casi un pie, provocando que este tuviera que inclinarse para capturar sus labios con los suyos y que Elynne confirmara que eran tan suaves como había imaginado. Las manos del chico no se apartaron de su cintura en ningún momento, lo cual era poco habitual para la bruja. Cualquier hombre que se permitía tocarla no aguantaba las ganas de probar cada pedazo de su anatomía con sus manos.

Queriendo aún más del tejón, llevó sus manos a su cuello para delinear sus labios con su lengua pidiendo permiso para entrar, lo cual el chico interpretó a la perfección al entreabrir los suyos y suspirar en el momento en que sus lenguas se acariciaron evocando que él la acercara aún más a su cuerpo. Con suma curiosidad, Lynn se animó a bajar una de sus manos hasta su pecho para poder tocarlo, apenas logrando delinearlo por encima de tanta ropa.

Sin importarle ser demasiado pronto para buscar más, llevó sus manos a los botones de su túnica para desabrocharla y él dejarla hacerlo, concentrado saborear cada rincón de su cavidad bucal. Perdiendo un poco la cordura en cuanto ella capturó su lengua con sus labios para succionarla, excitándolo al instante, sin poder recordar una sola vez en que alguien lo besara de esa manera.

Buscando respirar un poco, Elynne abandonó sus labios saboreándose los propios y sonreír al ver al chico aun con los ojos cerrados.

— ¿Vas a aceptar mis condiciones? —le preguntó deslizándose por el muro hasta sentarse en el suelo y él no tardar en acompañarla con una sonrisa tonta en su rostro que sabía que sería casi imposible de borrar después de aquel beso.

— No hay manera en que diga que no, si vas a seguir besándome así— respondió logrando hacerla reír por su sinceridad y ternura. No podía evitar negar la procedencia de su casa.

— De hecho, no puedo aceptar andar contigo si no habrá más que besos entre nosotros—propuso logrando hacerlo sonrojar al saber a qué se refería, provocando otra risa en la serpiente—. Eres una ternura— se acercó antes de pararse y acercarse a él, poniendo un pie a cada lado del chico para poder sentarse en sus piernas de manera en que sus entrepiernas apenas se rozaban por encima de la ropa.

Malos Hábitos [Cedric Diggory/Lucius Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora