Capítulo III: No necesita el permiso de nadie

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No había comenzado bien el año escolar y la joven bruja ya tenía una cita con un chico nuevo, el cual extrañamente le atraía de manera diferente

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No había comenzado bien el año escolar y la joven bruja ya tenía una cita con un chico nuevo, el cual extrañamente le atraía de manera diferente. No era como el resto de los chicos con los que había salido, su inocencia y buenas intenciones brotaban de su ser sin intentar disimularlo. Aún no tenía la certeza de que en realidad quisiera salir con ella, o que solo buscaba lo que muchos, descubrir si era tan diestra en la cama como se rumoreaba.

A más de un compañero de su casa había maldecido el año anterior al suponer que ella era una zorra que se acostaba con cualquiera. Los rumores eran más fuertes que la propia verdad sobre su persona, pero no se molestaba en negarlos, no les importaba, y de paso molestaba aún más a sus hermanos por ello.

Por lo que no pudo tener curiosidad por saber si Diggory también la buscaba por los rumores o solo porque de verdad le gustaba. Y si era así, si consideraría salir con el chico, al no tener la certeza de si aceptaría sus condiciones, no lo creía capaz de jugar con sus reglas.

Sonrió mordiéndose el labio al considerarlo, antes de notar como el carrito de chucherías se acercaba a ella, dándole a saber que, si no compraba lo que quería en ese momento, no tendría otra oportunidad al menos que se dedicara a buscarlo luego por el tren. Como era habitual en ella, compró los dulces que podía llevarse en los bolsillos y en las manos, incluyendo una piruleta que se había metido en la boca para que no se le cayera con el resto de lo que había comprado.

— ¿Algo más? —preguntó la señora del carrito con notable sarcasmo logrando hacer reír a la chica antes de negar y dejarla seguir su camino.

Sabía que no se comería todo aquello en el camino a Hogwarts, y que Draco le había comprado todo lo que le gustaba, pero le encantaba llevarse dulces a su habitación para tener que comer en medio de la noche cuando no podía conciliar el sueño. No pudo evitar sonreírle y guiñarle el ojo a cada chico que se detenía a verla con las manos cargadas.

— Puedo sola— se le animaba a decirles antes de que se atrevieran a ofrecer su ayuda, dado que en sus rostros se notaba que solo buscaban una manera de acercarse a ella.

— ¿Estás segura? —le preguntó una voz que conocía demasiado al salir por una de las puertas que había pasado—. Te ves algo cargada, ¿vas a comerte todo eso?

— Claro, para que más lo compraría— le cuestionó girándose para verlo y sonreírle de lado—. Espero que no estén planeando algún desastre.

— ¿Por qué?, ¿quieres ayudarnos? —preguntó la réplica del primer chico que se había asomado para acompañarlo, logrando hacerla reír como solo ellos sabían hacer.

— No, porque me nombraron prefecta— respondió encogiéndose de hombros logrando hacer reír a ambos pelirrojos.

— ¿Tú? —preguntó de manera incrédula antes de su hermano terminar la pregunta.

— ¿Prefecta? —añadió su gemelo antes de ambos reírse sin ella poder culparlos por ello, dado que aún tampoco se lo creía—. Snape tuvo que no tener muchas opciones para que te nombre prefecta, pero de todas formas felicidades— soltó antes de reírse de nuevo.

Malos Hábitos [Cedric Diggory/Lucius Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora