Malos Hábitos [Cedric Diggory/Lucius Malfoy]

Capítulo XX: Un precioso rostro, pero una boca sucia.

Conocía lo suficiente a Diggory para tener la certeza que hubiera querido armar algo si le hubiera dicho que cumplía años al día siguiente. Sin contar que para la bruja no era un día para celebrar. Los cumpleaños en su familia eran más una excusa para armar una gran fiesta, con magos importantes de la comunidad mágica, sin importarle que estuvieran en medio de un trimestre escolar. Como sucedía aquel 23 de octubre.

Sus hermanos habían acordado días atrás esperarla para ir juntos a Hogsmeade a tomar el tren de vuelta a Londres, por lo que la chica supo que estaba en problemas, al aparecer casi con una hora de retraso. No obstante, Hunter no le dijo nada al respecto antes de salir de las mazmorras mientras sus hermanos lo seguían.

— Sabes cuánto papá odia las tardanzas— la regañó apenas entraron a uno de los vagones del tren, el cual compartían los hermanos, sin poder oponerse a ello.

— Lo siento— se disculpó bajando la mirada al saber que no estaba a salvo de él en aquel lugar—. No volverá a pasar.

— Si no fuera porque estabas con Diggory me las hubieras pagado— exclamó con rabia antes de reír—. Debiste invitarlo, padre quiere conocerlo.

— No es mi novio, y lo sabes, no quiero involucrarlo con ustedes— se defendió intentando no sobrepasarse y tentar su suerte—. Creí que dejarían pasar mi cumpleaños esta vez por el torneo de los tres magos...

— El torneo empezará en una semana, no afectará si nos vamos por un par de días...— respondió el pelirrojo como si fuera demasiado obvio—. Duérmete, no quiero que sigas molestando con tus preguntas estúpidas— exclamó cerrando los ojos sin la azabache poder imitarlo, limitándose a acercarse a la ventana y mirar por ella con nostalgia por ser separada de Hogwarts por dos días completos. Un privilegio del que solo gozaban los Selwyn.

Maximiliann siendo un alto miembro del consejo escolar de Hogwarts, había logrado tener permiso desde el primer año de Elynne para ser llevada a casa durante el fin de semana más próximo a la fecha, dado que los demás miembros estaban enterados de lo importante que eran esas fechas para aquella familia. Era la única de sus hijos que no había sido programada en nacer, por lo que solo necesitaba permiso para ella.