Malos Hábitos [Cedric Diggory/Lucius Malfoy]

Capítulo LXXIII: Sentimientos y distorsiones

El agua intentaba limpiar cada uno de sus poros al caer a su cabello y deslizarse por el resto de su cuerpo, sin la chica intentar alejar el líquido de su rostro. Se mantuvo bajo ella durante minutos manteniendo su respiración pausada, tocando su mano derecha casi de manera involuntaria al aun poder casi revivir cada una se las sensaciones que le había provocado el señor Malfoy.

No era desconocida del todo para ella, al haber sentido algo parecido, pero en menor proporción la primera vez que el rubio se atrevió a tocar su labio al ella mordérselo. Solo había sido unos pocos segundos por lo que había sido fácil olvidarlo y no prestarle atención, al haberlo dado como un producto de su imaginación. Sin embargo, allí estaba de nuevo aquella extraña sensación, al haberlo tocado de nuevo.

La esponja que descansaba cerca de la llave que abría el grifo, fue tomada por ella para colocarle algo de gel para baño y esparcirlo por su cuerpo, sin dejar de pensar en ello. Conocía la tensión sexual, el deseo de algo prohibido, y no había nada semejante a lo que había sentido con Lucius. No eran ganas de besarlo, ni de que la follara en ese instante, era una conexión casi irreal, la cual le resultaba más curiosa que nada.

Intentó no pensar en ello una vez salió de la ducha con una toalla envuelta a su alrededor, al intentar convencerse de nuevo que no había sido nada, pero sobre todo que sin importar que fuera, no iba a averiguarlo, amaba a Cedric, y no sentía que necesitara algo más eso. Lo que tenía con su novio valía demasiado como para siquiera ponerlo en riesgo, por lo que negó con rapidez una vez apartó cada gota de agua de su cuerpo para poder vestirse.

Sin poder usar pantalones mientras estuviera en su casa, aprovechó no estar en ella para ponerse unos jeans desgastados que había comprado hace más de un año a escondidas de su familia en una de las tantas veces que había salido con Draco de compras. Junto con una sencilla blusa negra, y unos zapatos bailarinas, mientras que su cabello caía en grandes bucles aun mojado al no poder usar magia para secarlo, como solía hacer en Hogwarts, y como solían hacer sus elfos cuando estaba en casa.

Sin querer hacer esperar aún más a su mejor amigo, tomó algunos pergaminos de su maleta con intenciones de hacer algunos de los tantos deberes que les habían dejado para siguiente semana, al no poder desperdiciar el tiempo cuando estaban cerca del final del semestre, y ello conllevaba a que tomara los TIMOS que definiría las oportunidades que tendría en el futuro. Confiando en que el joven rubio tendría plumas, y que los libros de su biblioteca serían suficientes para hacer sus deberes de historia, se limitó a salir de la habitación solo con sus pergaminos.