Capítulo XCVII: Tratos con el demonio

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No importaba cuantas veces estuviera delante de aquella edificación, cada vez que lo hacía le causaba repugnancia

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No importaba cuantas veces estuviera delante de aquella edificación, cada vez que lo hacía le causaba repugnancia. Las piedras con las que fue edificada no tenían la culpa, sino que lo contenía dentro, una familia que pese a que era parecida a la suya contenía más secretos tras sus ventanas de las que podía contar con sus manos, al igual que la mayoría de familias sangre puras del mundo mágico.

No solía aparecer allí sin ser casi arrastrado por su esposa, pero sabía que tenía que actuar rápido si quería lograr un acuerdo con el dueño de aquella mansión. El recuerdo de joven Hufflepuff sin vida en el cementerio desde donde desapareció, volvía a él, no porque le importara aquel chico, en otras circunstancias, ni siquiera lo hubiera percibido, sino por alguien por quien no sabía que era capaz de hacer lo impensable.

Sus tácticas tuvieron que cambiar en cuestiones de segundos, entre haber sido llamado para volver a ser un mortífago activo, darse cuenta que su antiguo amo volvía a la vida, y que el único obstáculo que había entre él y la joven que despertó su interés ya no existía, fueron demasiados eventos al mismo tiempo para ser procesados de manera adecuada. En el momento en que su brazo ardió por la marca como hace más de una década no lo hacía, supo que tenía que responder.

En el pasado había logrado mentir, escapar, y negar su pasado como seguidor del señor oscuro, pero eso fue después de que desapareciera, hacerlo con el vivo no solo implicaba un peligro para él, sino para su familia. Su mejor amiga, su único heredero. No le importaba caer en desgracia y huir del señor oscuro, incluso poner su vida en peligro para no volver a servirlo, pero no podía pedirle lo mismo a Draco y Narcisa. Por lo que la decisión estuvo clara desde el momento en que ardió su brazo izquierdo.

Estaría mintiendo si aseguraba que sus ideales no eran iguales que en el momento en que se hizo mortífago, en que recibió la marca. Continuaba con sus mismos ideales, sin embargo, la carga física y mental que conllevaba ser un seguidor cercano del señor oscuro era un requisito con el que no contaba. Su cuerpo pudo recordarlo en el cementerio al recibir varios crucios de parte de su señor.

Si no fuera por su bastón ni siquiera hubiera logrado seguir de pie en ese instante.

Intentando no caer en el intento, alzo su bastón para tocar las rejas de la mansión, para que su presencia fuera advertida a los moradores de su interior. Un pequeño artilugio mágico que la mayoría de los magos de sangre antigua usaba para advertir de los intrusos no invitados.

La presencia de un elfo domestico detrás de las barras de hierro le indicaron que su presencia había sido avistada, y por lo tanto no tardarían en abrirle la puerta para ser recibido por el dueño de la mansión. Aun con el dolor en su cuerpo, el mago no dejó que se notara un atisbo de este, manteniendo su cuerpo de manera recta y pulcra, al ver a la criatura inferior de forma despectiva.

—Lucius Malfoy —presentó su nombre de manera directa antes del elfo desaparecer para anunciar quien merodeaba el lugar, para poco después volver a aparecer, y esta vez abrir las puertas para que entrara.

Malos Hábitos [Cedric Diggory/Lucius Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora