Capítulo LVIII: Una damisela en apuros

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Una vez fuera del sauce boxeador no necesitó tener tanto cuidado de ser descubierta, dado que los pasillos se habían desolado casi por completo debido que era hora del almuerzo

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Una vez fuera del sauce boxeador no necesitó tener tanto cuidado de ser descubierta, dado que los pasillos se habían desolado casi por completo debido que era hora del almuerzo. Odiaba la idea de tener que ocultarse para visitar a Black, pero sabía que era la única manera de hacerlo, mientras continuara siendo un convicto de Azkaban. Ni siquiera se había atrevido a contarle sobre él a su hermano menor, ni a ninguno de sus amigos, por la seguridad del animago.

No obstante, la idea de hacer a Diggory parte del secreto no dejaban de jugar en su mente. No solo por no querer ocultarle o mentirle, sino porque quería que el chico fuera por completo parte de su vida, incluyendo a Sirius, que era la única figura paternal real que tenía. Él en vez de instarla a que ocultara su secreto, le había dado permiso para que le contara toda su historia si quería, por lo que la decisión quedaba solo en sus manos.

Dejó de pensar en ello al entrar al gran comedor e ir a la mesa de los tejones, en donde ya se encontraba su novio con sus amigos en una menuda charla, en la cual fue introducida sin problemas. El resto de la comida la disfrutó riendo con el castaño, sin él mencionar nada acerca de su extraña desaparición, aunque supuso que no quería hablar de ello en público.

Él respetaba sus secretos sin excepción, ni siquiera cuando le contó del abuso que sufría por su padre fue capaz de decirle una sola palabra a sus amigos. Por lo que imaginó que los tejones no tenían idea de lo que había pasado esa mañana.

— ¿Tienes algo que hacer? —le preguntó Cedric en cuanto los dejaron solos en la entrada del comedor. Sus amigos aun pasaban tiempo con el jugador de quidditch, pero también sabían el momento justo para dejarlos solos.

— En realidad no, solo me queda un par de deberes de transfiguración y aritmancia para el lunes, pero puedo hacerlos mañana— le aseguró tomándolo de la mano evocándole una sonrisa—. Al menos que no quieras que te acompañe.

— No seas tonta, de hecho, puedes ayudarme, tengo que practicar unos nuevos hechizos de la clase de defensas contra las artes oscuras —comentó guiándola por los pasillos hasta salir al patio del reloj, y llevarla a su lugar preferido sin dejarla protestar siquiera, aunque tampoco tenía quejas al respecto.

Malos Hábitos [Cedric Diggory/Lucius Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora