La libertad es un derecho que algunos han tenido hace tanto tiempo que la han subestimado, y ignorando su verdadero valor, cuánto significa ser libre. Pero quienes han sido oprimidos desde su nacimiento, cuya vida han sido planeada desde la concepci...
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El golpeteo de sus dedos sobre la manija de su maleta era el único sonido que acompañaba el crispeteo del fuego de la pequeña chimenea que lograba calentar la amena habitación en la que se encontraba la bruja. Observó sin poder disimular su disguste por el lugar. Más de una vez aseguró poder vivir en cualquier sitio que no fuera su hogar, pero no podía negar que era la primera vez que le tenía que hacer honor a su palabra.
El olor a humedad, madera vieja, y barniz de madera, que respiró al intentar pensar con la mente clara, no le ayudó a centrarse en la razón por la que estaba allí. Embozó una mueca, recordándose a sí misma que solo estaría en ese lugar por un breve período de tiempo, consecuencia de la carta que le envío Remus en respuesta a su petición. Se sintió una ilusa por creer que él sería menos sensato que su posible padre, considerando que de su grupo de amigos el hombrelobo siempre fue el más racional.
Arrastró una de sus maletas hasta los pies de la cama, rogando porque ninguna alimaña entrara y se entremezclara en sus cosas, para poder sentarse en la cama, e intentar pensar en una manera de convencer a Sirius de que mandara a buscarla. Mencionarle donde se encontraba no era la primera ni la mejor opción, le enviaría un vociferador de manera inmediata si se enteraba de manera inadecuada solo por ir en su búsqueda. No se arrepentía de sus acciones, al saber que si continuaba esperando una invitación en la mansión Malfoy terminaría por pasar el verano sin verlo, pero necesitaba actuar más rápido si quería poder pasar tiempo con su posible padre antes de volver al colegio.
Se levantó con prisa de la incómoda cama directo a su maleta para recostarla en el suelo, que consideraba más higiénico que aquel colchón viejo, para poder abrirla y buscar papel, un frasco de tinta y la pluma que aún conservaba de Lucius. Sin un escritorio donde apoyar, terminó por escribir en el suelo, con la letra un poco torcida por las grietas de la madera debajo del papel, pero lo suficientemente legible para que pudiera mandarla.
No necesitó muchas palabras al contrario de la última que le había enviado para encontrarla adecuada, entrarla en un sobre, e ir hacía la lechuza que Draco le había prestado, al negarse dejarla ir sin un medio de comunicación. La blanca ave se encontraba en su jaula sobre la mesa de noche, con los ojos cerrados, tan inmóvil, que la azabache casi juraba que se había muerto en aquel lugar, solo su taciturna respiración le constaba para saber que no era así.
El sonido de sus pasos en la madera al acercarse a ella la hicieron abrir los ojos, observándola de manera centrada como si ya estuviera enterada de que la necesitaba para enviar una carta. Elynne sonrió por la acción asociándola con sus dueños, aquella tranquilidad, elegancia, que incluso adquiridas por un ave como ella. Abrió la puerta de la jaula plateada, dejándola salir y colocarle el sobre en sus patas.
— Llévala con Remus Lupin lo antes posible, necesito una respuesta mañana temprano— le pidió con urgencia al ave en que reposaba en su brazo la cual le dedicó una mirada de desdén como si se burlara de ella, como si considerara un chiste su petición, no obstante, no se negó, sino que salió volando por una de las ventanas abiertas de la recamara.