Capítulo LXI: No debería desperdiciar su linda cara.

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Estar de vuelta en Hogsmeade le recordaba a Elynne lo que había ocurrido en su último viaje al pueblo mágico, como aquel día destrozó casi por completo la relación con el chico que la llevaba de la mano, y como tuvo que armarse de valor para llega...

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Estar de vuelta en Hogsmeade le recordaba a Elynne lo que había ocurrido en su último viaje al pueblo mágico, como aquel día destrozó casi por completo la relación con el chico que la llevaba de la mano, y como tuvo que armarse de valor para llegar al punto en el que se encontraban. Casi sonrió con ironía sin aun creerse la manera pública en la que estaba con Diggory, sin poder acostumbrarse del todo a ser observados por las personas que pasaban por su lado.

Pese a ello, no se permitió cohibirse, al casi arrastrar al tejón a Honeyduckes para surtirse de suficientes dulces hasta que terminara ese año escolar, dado que era la última vez que volvería. Corría de un pasillo a otro, llenando grandes bolsas de dulces, que su novio solo pensaba en si realmente los consumiría, incluso para ser para unos cuantos meses, eran demasiados.

La joven bruja terminó usando a su chico para cargar sus bolsas mientras reía y llevaba alguno de los dulces que les gustaba a su boca, sin el castaño poder evitar reírse cada vez que lo hacía.

— Algo me hace pensar que terminarás peleando con nuestros hijos por dulces— comentó Cedric con dos bolsas ya llenas en cada mano, logrando hacerla detenerse ante tales palabras que, aunque parecían triviales, hacía referencia a una vida juntos y con hijos. Diggory no pudo evitar asustarse al ver su reacción, al saber que su chica apenas se estaba acostumbrando a la idea de amarlo, plantearle una vida juntos quizás era algo apresurado.

— No, porque ellos no sabrán que los tengo— se defendió la azabache logrando hacer reír a su novio—. Soy una bruja, puedo ocultarlos bien— añadió guiñándole un ojo para que se tranquilizara—. ¿Creías que me enfadaría por tu comentario? —preguntó sin titubear, ni dejar de buscar por todo el lugar cada dulce que le gustaba, no solo para ella, sino teniendo en mente regalarles algunos a Sirius, que incluso pudiera llevarse consigo cuando dejara la casa de los gritos, porque estaba al tanto que el animago tendría que irse antes de terminar el año. Solo estando allí ya hacía demasiado.

— Después de la conversación tu padre, creí que no había sido prudente bromear con algo así— se defendió haciéndola reír mientras caminaba a la caja a pagar todo, y el chico no creerse que alguien pudiera gastar más de cien galeones en solo dulces.

Malos Hábitos [Cedric Diggory/Lucius Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora