El ruido de la puerta principal de la cabaña abriéndose llamo mi atención, después la llave cerrando, quizás papá había salido a checar que el bote estuviera bien sujeto al muelle, quise pensar, pero cuando el efecto de las revoluciones del motor de su motocicleta se abrió paso detrás de la cabaña, tuve que aceptarlo, se acababa de marchar seguramente pensando que yo dormía
¿A dónde iba, casi a las 12:00 am? Me pregunte, incorporándome de forma abrupta de la cama, inconforme ¡porque no me avisara y más allá de eso por no llevarme con él.
¡Papá no podía dejarme fuera de sus acciones y menos sí seguramente estas incluían a Jeimmy
POV Henry Douglas
Al ver lo álgido de la tormenta sentí la incipiente necesidad de asegurarme de que Jeimmy se encontrara a salvo en la cabaña, cuál fue mi sorpresa cuando apenas me acercaba en la motocicleta al ver el auto de mi Heli apeándose a esas horas que yo, ya los creía a salvo y resguardados de aquella tempestad; apague el motor de la motocicleta un par de metros antes de ser visible para ellos y así no llamar su atención, aunque el ruido de la lluvia era suficiente para no permitirnos escuchar nada más que el azote de la lluvia, quede resguardado bajo un frondoso pino, hasta que me asegure de que ambos entraran a la cabaña, no fue hasta que vi la luz del segundo piso encenderse que di la vuelta sintiéndome más tranquilo de verificar por mí mismo que toda mi familia se encontraba a salvo.
Conduje a la orilla del lago, en ciertos momentos la tormenta retomaba fuerza y la impasividad del viento empañaba el visor de mi casco, tuve que disminuir la velocidad en un par de ocasiones para reconocer el camino, aun así, la ruta no se parecía a la misma, en un principio se lo aqueje a lo obscuro de aquella noche sin luna, el cielo parecía permanentemente cubierto por esas nubes negras encapotadas que no permitían la entrada, ni al más mínimo hilillo de luz y las estrellas no se habían dignado a acudir hoy al amparo de los viajeros, tenía esa inquietante sensación de que alguien me seguía... vigilando mis pasos desde alguno de los ángulos de este confuso paraje, en un instante aun sabiéndome un experimentado conductor y jactándome de poseer un buen sentido de la ubicación, me sentí perdido y lo que inicio como una mera sensación se posó sobre mis hombros como una pesada posibilidad de no encontrarme solo en la espesura de este bosque; mi rango de visión era insuficiente y estar virando la cabeza continuamente a mi espalda no era la mejor idea, de un momento a otro la tormenta quedo detrás de mí, como una cortina de agua detenida por una fuerza invisible fue cuando mis nervios me dieron la razón.
¡Este no era el camino de regreso a la cabaña!
Un silencio absoluto se llevó todo soplo de actividad, me encontraba dentro del ojo de la tormenta, derrape un poco al frenar de forma intempestiva al verla a escasos dos metros frente a mí, esta noche su apariencia era mucho más imponente, quizás debido a que encajaba perfectamente con aquel paisaje sombrío, pase saliva tragándome ese nudo en mi garganta al ver su imagen incólume sin la mínima intención de moverse de mi camino.
Su existencia se remontaba al mismo tiempo que las estrellas llevaban sobre el firmamento, quizás me equivocaba y su trabajo había iniciado al mismo tiempo que el universo se edificó, era por esto que esta entidad sabía bien como atemorizar a nuestra especie, hacernos retroceder y esta noche frente a mí, no sería la excepción se alzaba midiendo casi dos metros y medio con una postura erguida y rígida semejante a una lápida intraspasable, su túnica negra roída por el tiempo ondeaba dejando al descubierto parte de esos huesos animados que formaban su pie derecho subiendo hasta su fémur, mantenía la cabeza agachada cubierta por su capucha, en la oscuridad perpetua sus huesos parecían adquirir un brillo amarillento, sabía lo que intentaba hacer «atemorizarme» respiro profunda y pesadamente desprendiendo un olor a podredumbre que se filtró desde sus dientes cuarteados y podridos envenenando el aire, aun con mi casco puesto, pude escuchar el crujido de los huesos de su columna acomodándose mientras levantaba lentamente la cabeza develando la mitad de su rostro, su mandíbula desencarnada mostraba ambas hileras de dientes inexpresivos desprovistos de labios era imposible no perderte en esa falta de expresión, ni un solo sentimiento plasmado hacía de su presencia algo realmente inquietante.
¿Qué estaría pensando? ¿Qué sentiría? ¿Sería capaz de sentir? En verdad esta era la muerte, así era la hora definitiva de cada uno de nosotros, desencarnada, nauseabunda, repulsiva, pestilente, decadente a eso se resumía nuestro final...
En ese preciso instante, dio un paso adelante apoyándose de un báculo de madera que no pude apreciar que tenía, hasta ese instante, cuando hizo presión con su mano esquelética, frágil como si sus ligamentos llevaran siglos desgastándose y de su piel solo quedara una delgada tela blancuzca insuficiente, únicamente capaz de contener sus músculos sanguinolentos, la manga de su túnica dejo a la vista como la forma en que sus dedos se engarzaban, su dedo meñique ya sin piel lucia más largo de lo normal y el pulgar que estaba provisto de carne y piel únicamente hasta la mitad con el hueso expuesto a partir del nudillo extendiéndose a su uña avejentada y agrietada, atraparon toda mi atención por unos segundos hasta que tosió un poco, emitió un jadeo y con una voz seca e iracunda pronuncio mi nombre
-Henry, has agotado tu tiempo debes continuar con tu camino, este no es tu sitio
-No, me iré, no hasta que mis hijos salgan de aquí -lo enfrente con una voz clara llena de convicción.
Negó lentamente con la cabeza de un lado a otro
-No, es hora, si permaneces más tiempo aquí, no te esperará más que un destino como el mío.
«No entendí a que se refería, este ser o ente, era la primera vez que pronunciaba más de dos palabras frente a mí, en ese instante un gusano blanco entro por una de las cuencas de su ojo, quede asqueado no pude obligarme a ver, baje la vista al piso por impulso»
-Solo déjame pasar, si eres la muerte, sabes bien que no iré contigo, no hasta que Jeimmy y Dylan salgan de aquí -le asegure
De entre sus dientes se filtró un sonido hueco que al poco tiempo interprete como una risa o el sonido más similar que se podía emitir sin labios
-Yo no soy la muerte -respondió, solo soy un recolector, un alma que al igual que tú, tuvo su hora de marcharse... y no lo hiso, en verdad Henry quieres retar al destino ¡Cómo yo lo hice! ¡Quieres convertirte en algo como yo! Tuviste tu tiempo de ser padre, mientras estabas vivo, ahora es tarde -decreto con solemne tristeza; acéptalo uno de tus hijos deberá irse con un recolector ya sea conmigo u otro, pero sabes que eso sucederá, en verdad quieres quedarte para verlo partir solo sin un padre; sí dejas que te lleve al cruce podrás esperarlo allá...
-Nunca es tarde y Dylan aún tiene posibilidades...
No me refería a él... pero justo ahora el somormujó esta sobre volando la cabaña donde lo dejaste... el no pertenece a este sitio, pero mientras más tiempo este, más llamativa se vuelve su luz...
-No abandonare a mis muchachos, sal de mi camino -grite con mi pecho envuelto en una marea de angustia y resolución para pasar por encima de este ente de ser necesario.
Dio un paso a un lado y señalo dentro del bosque indicándome
-El camino más corto a tu cabaña es por allá apresúrate suerte, la necesitaras Henry Douglas.
Subí de nuevo a mi motocicleta que estaba a mi lado, metiendo el acelerador a fondo escuchando el casco estrellarse sobre las piedrecillas del rio cuando lo arroje a mi espalda para ver mejor y fue esa última afirmación de su voz cavernosa
-Has hecho tú elección Henry, ahora apresuraré, quien sabe, quizá aún logres encontrar los huesos ardiendo de tu hijo mayor, aunque lo dudo, mi somormujó te lleva una hora de ventaja y el tiende a solo dejar cenizas
Mi corazón salto hasta mi garganta, mientras un sudor helado recorría mi espalda y en un cambio vertiginoso de nuevo las gotas eran disparadas sobre mi rostro, el viento helado cubría todo a mi alrededor, como un ser vivo intentando detenerme, las ramas de los árboles de aquella estrecha vereda rasguñaban los laterales de la motocicleta como brazos extendidos retorcidos intentando cubrirme el camino, pero lo único que retumbaba una y otra vez más con mayor fuerza dentro de mis oídos, incluso sobrepasando el sonido de los relámpagos que caían tan cerca que podía sentir las vibraciones sobre la tierra, era lo que "el recolector" me había dicho esa ave carroñera y oportunista estaba justo ahora acechando a mi Didi. Acelere revolucionando el motor a su máxima capacidad al mismo tiempo que los pistones de la gasolina alimentaba los seis caballos de fuerza de mi motocicleta y yo...
Solo podía rogar por llegar a tiempo...
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La cuna II parte
Teen FictionEs la continuación de la cuna Titulada El vuelo de las golondrinas Bienvenidos a la segunda parte de la Cuna. donde tendremos el final. Gracias por seguir aquí. Para los lectores que llegaron aquí y desconocen de la existencia de la primera parte...