Una mañana de verdades

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Queridos lectores: quiero agradecer a todos y cada uno de ustedes pero sobre todo a los que respondieron a mis preguntas del "breviario" anterior me enaltece, congratula y llenaron de emoción cada uno de sus comentarios, en ocasiones creemos que escribimos al viento y yo me he llegado a preguntar para que publicar, porque escribir es algo que sencillamente es inherente a mi, como respirar, desde lo más hondo de mi corazon Gracias por estar aquí leyendo y por darle vida a "La cuna".

A los que aún no les contesto lo haré en próximos días, me gusta darme tiempo para agradecer de forma correcta. :)

Continuamos:

Pov Jeimmy

Cuando la mañana siguiente llego, me encontré por primera vez solo en aquella habitación, estaba mucho más consciente de mi alrededor, cada vez todo se veía más tangible; y ni hablar de mis sensaciones corporales, en pocas horas todo se intensifico, la poca bruma del adormecimiento había pasado, me dolía el cuerpo entero, sobre todo la espalda y las piernas, la cama se tornó tan incomoda como estar recostado por horas sobre una placa de cemento, sentía demasiada hambre y además experimentaba frio, intente en un par de ocasiones, alcanzar la frazada pero se encontraba demasiado lejos de mis manos, doblada a los pies de la cama, insistí un par de ocasiones, pero era un esfuerzo inútil, no podía incorporarme yo solo, ese tipo de descubrimiento, estuvo a punto de hacerme caer en pánico, de no ser porque justo en ese momento desde la entrada de la habitación

—Es una mañana fría, no te preocupes yo te ayudo con eso.

Ladeé la cabeza sobre la almohada para poder verlo mejor comprobando que era ese enfermero Robert, en un par de pasos estaba a los pies de mi cama tomando la frazada y cubriéndome con esta hasta el pecho. Me sonreía de forma amigable, debía ser su altura y musculatura la que me intimidaban pues no daba la impresión de ser un mal tipo, aunque en mi condición, me hacía sentir vulnerable, una vez que termino de acomodarla, regreso a los pies de la cama, tomo la tablilla médica y se dirigió hacia los monitores, después de unas rápidas anotaciones la dejo de nuevo en su lugar y dirigiéndose a mi preguntó

—Jeimmy

Asentí con inseguridad

—Mucho gusto, me llamo Robert y te estaré asistiendo el tiempo que estés aquí

—¿Dónde está mi mamá? —pregunte con recelo y desconfianza.

—No te angusties, ella solo fue a la cocina a comer algo, estos últimos días, se ha malpasado un poco y debe alimentarse bien, el Doctor Matthew prácticamente se lo exigió.

—No estoy angustiado —respondí entre dientes, es solo que se me hizo extraño no verla aquí.

—Lo entiendo —menciono con un tono en extremo condescendiente. —Y agregó —bueno iré por algunas cosas que necesito y estaré contigo, no tardó.

«Era cierto que apenas tenía unos días de haber despertado del coma, pero no por eso actuaría como un niño asustado, cada vez que mamá no pudiera estar cerca, tenía que sacar el carácter, me dije».

Estaba a punto de contestarle que no pasaba nada, que yo podía quedarme solo sin ningún problema y que podía ir a hacer lo que necesitara, pero debí hundirme demasiado tiempo en mis pensamientos pues cuando gire la cabeza buscándolo ya no estaba, unos jadeos de una respiración cansada, hicieron que elevara la cabeza cuanto me era posible para divisar a su dueño. Entonces de pie apoyando sobre dos muletas que tenía debajo de las axilas estaba Adán debajo del marco de la puerta, me sonrió, llevándose el dedo índice a los labios y cerrando la puerta a su espalda, avanzo torpemente, ubico el sillón ortopédico a los pies de mi cama y se lanzó de espaldas sobre ese, sin dejar caer las muletas las acomodo a los lados y tras un resoplido de alivio

La cuna II parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora