El chico del overol anaranjado

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La mano de Jeimmy se posó sobre mi hombro.

-Dylan, vámonos, ya no hay policías en la entrada -puntualizo con un tono inquieto en su voz.

Gire para ver cómo se mantenía sentado muy derechito como si quisiera aparentar un comportamiento intachable, pero a la vez no dejaba de apretar mi hombro con temor y observar a ambos lados del pasillo de forma vacilante.

-¿Irnos a dónde? -lo cuestione.

Revolviéndole el cabello, de inmediato me retiro las manos y tras un murmuró, enarcó sus palabras al mismo tiempo que intentaba peinarse

-Didi, no... compórtate debemos actuar con propiedad. ¡¿Y cómo que a dónde?! No escuchaste a la jueza. Le prometí a mamá no decirte nada, pero esto es una emergencia, las llaves de la motocicleta están en el frasco de galletas, el plan es este:

-Saldremos sin correr, guardando las apariencias, yo tengo mis ahorros te los presto y tú desapareces de la ciudad

Sonreí -replicando -¡desaparecer! ¿Y eso por qué, bicho? De forma muy seria y tajante -me respondió

-Está bien, no importa que te convertirás en un prófugo, un fugitivo, ya lo decidí me iré contigo, andando se puso de pie realmente decidido.

Lo tome de la muñeca, frenando ese alocado plan de fuga; efecto de tantas películas de acción que este niño veía.

-A ver bicho, explícame con calma.

Se dio una palmada en la frente bastante sonora

-¡No te das cuenta! Te van a meter a la cárcel, por correr en carreras.

Negue rodando los ojos. -Ven siéntate, nadie me va a meter en la cárcel -le explique, con esa duda que mi consciencia despertó, jugándome malas pasadas.

«A la cárcel no, porque aún eres menor de edad, pero quizás a la correccional sí»

Sacudí ligeramente la cabeza de un lado a otro, aclarando mis ideas e intentando calmar los nervios de mi hermano. Pero al parecer Jeimmy, estaba convencido de que yo, me encontraba en verdaderos problemas con la ley, aun así, apoyo mí postura y tejiendo sus objeciones -me respondió

-Quizás tengas razón, debemos ser positivo, pero si no piensas huir entonces debes hablar con la verdad, en la televisión siempre que se entregan y hablan con la verdad, la condena se reduce. Suspiré profundamente e intentando quitarle solemnidad a su preocupación exagerada bromeé

-Te dije que la televisión terminaría fundiéndote el cerebro y velo, ha sucedido, nadie me va a meter a la cárcel, entiéndelo, enfatice sonriendo de forma relajada. Jeimmy se soltó de mi agarre cruzando los brazos y negando con la cabeza, entonces sin siquiera sentir sus pasos mamá se asomó llamándonos

-Niños pasen por favor, Jeimmy, se interpuso entre ambos abrió los brazos -gritando

-Corre, hermano, huye yo los detengo.

-Estaré bien, bicho -le guiñe el ojo dándole seguridad, mientras mamá lo tomo de la mano reprendiéndolo en voz baja y arrastrándolo con discreción dentro de la sala

-Jeimmy, sabes bien que aquí, no se debe gritar, deja de jugar.

Lo sentó al frente mientras yo caminaba un par de pasos detrás de ellos lentamente intentando pensar que eso de encarcelarme eran exageraciones del bicho y de su gran imaginación o eso me repetía de forma mental.

La cuna II parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora