El resplandor de lo vivo

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Pov Dylan

—Dylan, hijo que sucede abre los ojos veme, por favor, soy yo papá.

Boly estaba agazapado en la esquina contraria del muelle, chillando con las patas delanteras cubriéndose la cabeza, reaccione dándome cuenta de la posición de autoprotección que mantenía: la espalda pegada contra el poste, abrazando mis rodillas, saque la cara y extendí mis brazos

—Papá, ayúdame, no entiendo nada ¿Qué me está pasando? Tuve un trance... un tipo de visión y no es la primera vez que sucede conmigo —sollocé, aun temblando

Con dificultad, me ayudo a ponerme de pie, rodeándome con sus brazos, respondió

—Vamos a nuestra cabaña, allá hablaremos, tú no deberías estar aquí y menos solo.

Camine siendo abrazado por él que de forma protectora me rodeo con su brazo sobre mis hombros conduciéndome al bote, yo continuaba temblando un poco cuando, me ayudo a sentarme en el piso del bote con la espalda recargada en la tabla que fungía como asiento y sin preguntarme me tapo con la lona negra, pegue mis piernas a mi pecho y apoye mi barbilla sobre mis rodillas. Cuando nos impulsó fuera de la orilla con el remo, lo recordé y comencé a chiflarle

—Llamándolo Boly, Boly ¡espera, espera falta Boly!

Boly corrió por la orilla del sendero y salto en la lancha.

—¡Dylan! —exclamo papá no muy agraciado con la idea.

—¡Que!, no podemos dejarlo aquí solo —le rebatí elevando una ceja.

Frunció la boca no convencida del todo, terminando por aceptar ante mis ojos esperanzados.

—Bueno, pero será tu responsabilidad —me condiciono.

Asentí abrazándome a mi perro guardián y apretando los parpados con fuerza, intentando alejar aquellas imágenes que continuaban atormentándome. Cuando llegamos me despertó, quitándome la lona

—Andando ambos, adentro.

Me puse de pie aun desperezándome y tallándome los ojos, sorprendido al ver que el cielo comenzaba a oscurecer, Boly se adelantó corriendo a la puerta de la cabaña, mientras papá me daba la mano ayudándome a salir del bote.

Su mirada severa era suficiente para saber que no estaba exactamente feliz, con el hecho de que yo hubiera decidido salir a dar un paseo sin avisarle, camine a su lado en silencio y por si me quedaban dudas de su enfado, él coloco su mano alrededor de mi nuca sujetándome, gire la cabeza viéndolo de reojo, me miro directo a los ojos y después me hizo una inspección rápida de pies a cabeza, e insertando la llave en la cerradura

—No puedo creerlo Dylan, ni siquiera te cambiaste el pantalón de mezclilla, traes el mismo de ayer ¡Tanta prisa tenías para salir huyendo! —me recrimino

—No estaba huyendo, solo necesitaba un tiempo a solas —respondí indignado, agachando las cejas.

Papá me soltó del cuello en cuanto entramos

—Andando vete directo a la regadera, no te cambias el pantalón, no te duchas ¿Qué te sucede? Y en cuanto termines te espero en la cocina acaso crees que no recuerdo que además no comes desde hace dos días. Me gire para quejarme, pero al ver ese ceño tan fruncido y esa mirada firme decidí seguir de frente, estaba por entrar a mi recamara cuando lo escuche

—Dije derecho al baño, ¿no me hago entender o qué?

Enarque la ceja enfrentándolo —Mi toalla está en la recamara ¡o con que esperas que me seque!

La cuna II parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora