Morrigan II

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Sobre las aguas del lago, el ruido de un constante golpeteo se hacía cada vez más cercano avanzando, en pocos segundos lo vi deslizándose, se aproximaba en esa barcaza puntiaguda, cubierto con la capucha, de pie remando y embarco con una parsimonia hiriente al final del muelle

—Señale. —con horror poniéndome de pie. —Es él.

Ella rio de forma hueca

—Solo es mi barquero, las recolectoras, las cegadoras y un par de somorgujos como ustedes los llaman, están del otro lado del lago. —Los ves—, me indico la dirección girando la cabeza hacia la derecha y agregó.

—No te preocupes por ellos, esta noche no pueden acercarse a ti, vengo personalmente por pocos y hoy elegí venir por ti.

Quede helado, incapaz de moverme o decir algo con mis ojos prendados al frente sobre un punto en la nada, pasmados sobre las luces provenientes de las embarcaciones y de los pequeños veleros que aparecían surcando las obscuras aguas, como libélulas en hechas lucecillas desordenadas, que se dispersaban tomando rumbos independientes. Solo fue ante la primera detonación que salí de mi estupor, levante la vista, cuando los fuegos artificiales estallaban y por unos minutos todo el sitio se ilumino, resplandecieron sobre mi rostro iluminando mi tristeza, llegando tan arriba de la bóveda celeste que parecían tocar las estrellas, a lo lejos escuchaba los gritos eufóricos de la celebración; un par de lágrimas brotaran empapando mis mejillas y me reproche en voz alta:

—Debí hacerle caso a mi hermano, debimos buscar la salida en todos los sitios con agua, en el preciso momento que él me lo planteó, esa era la clave ¿verdad?

Mi espíritu descendió del peldaño de negación, a la tristeza ... auto reprochándome —pero es qué, quería tanto, deseaba disfrutar un "Yule" con papá y mi familia completa, además...

respiré profundamente, dejando que mi enojo hablara

—Me rehusó a perder a Dylan de nuevo.

Negué con frenesí, quitándome ese par de lágrimas con coraje en un movimiento rápido de mi pulgar, no lloraría no frente a ella; invadido por la rabia de la frustración, le reclame

—¡Es que hasta eso me has negado! ahora debería estar en el embarcadero con mi hermano admirando el espectáculo, eres injusta ¡Sabias que esto, pasaría! me has mandado a esa cosa —apunte con mi brazo —hacia la recolectora. —A acecharme desde el principio y ahora... simplemente me llevaras... cuando todo esto es tu culpa en primer lugar —grite desgañitándome.

Frunció el ceño penetrándome con la mirada y sin reparar en con quien estaba hablando continúe:

—Veme como quieras ya no importa es tu culpa, tú me quitaste a mi papá y luego a mi hermano —espete.

Su cara se volvió un poema de incomprensión. Ante mi última queja...

Pov Henry Douglas

Me recargue en la pared fuera de los baños a la espera de mi hijo, que no se había sentido con la suficiente privacidad, hasta que no solo, me hecho del sanitario, sino incluso de los baños públicos; media sonrisa se me escapo.

Con seguridad él, no lo recordaba, pero cuando era bebe; yo me encargaba de cambiarle los pañales por las mañanas e incluso en las tardes antes de darle su baño y llevarlo a dormir. En algunas ocasiones Dylan me ayudaba, pero por lo general, éramos solo Jeimmy y yo, era nuestro momento de padre-hijo. Pero era cierto, aunque lucia como un pequeño de seis años, ya era un adolescente, aunque en este sitio no lo pareciera a mis ojos.

Esa máquina expendedora de cigarrillos a un lado de la salida de la pequeña tienda de autoservicio me tentó, me aleje, no era una distancia de más de cinco metros, pero como no traía cambio, por lo que debí entrar apresuradamente a la tienda, relajándome pues al fin y al cabo mi indicación había sido clara

La cuna II parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora