Adiós al amor a mamá

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—No, mi vida no me digas eso —imploro con un llanto apagado de reojo la vi cubriendo su boca para controlarse, sentí que flaqueaba la necesidad de consolarla me achico el corazón, tragué saliva y me mantuve firme

—No quiero regresar al apartamento —le hice saber sin siquiera voltear a verla

Mamá dio una fuerte inhalación y saco todo el aire en un resoplido de exaspero afino su voz endureciéndola, transformando su actitud adolorida y afligida a esa rígida y demandante que mostraba cuando, no era capaz de dominarme con palabras dulces.

—Entiendo que estés enojado, por eso es que incluso accedí a darte tiempo y espacio durante unos días, pero no más Dylan, no podemos seguir abusando de la hospitalidad del Dr. Tyler, endulzo su voz, además la semana que viene son mis vacaciones y quiero pasarlas con mis pequeños

Mis ojos se lanzaron sobre ella como un par de fieras heridas, eleve una ceja y aprete los labios

—"pequeños" pues temo decirte que "esos pequeños" realice un entre comillas con los dedos —se perdieron en el tiempo a Jeimmy ya le ha empezado a salir vellos púbicos, cada vez me pregunta más por las chicas y yo por suerte, después de estas vacaciones me iré a la Universidad, porque la verdad es que ahora quien no soporta verte, soy yo

«era cierto se la estaba regresando»

—Sube por tus cosas y empácalas que nos vamos —concluyó, actuando herida.

Meneé la cabeza de forma negativa y la rodeé esquivándola, no discutiría no en esta ocasión, a los pocos minutos baje con mi maleta y la de Jeimmy listas, por ultimo solo envié al Bicho a la habitación de huéspedes a que revisará que no se le hubiera olvidado nada, le di de nuevo las gracias a Tyler confirmando que nos veríamos el viernes para mi sesión y nos marchamos en un silencio absoluto.

Apenas mamá abrió la puerta del apartamento, me resguardé en el baño de mi habitación después de una larga ducha me puse mi pijama y a las 6:30 de la tarde de ese viernes yo ya estaba dormido. Cuando la mañana llego no hubo poder humano que me arrancara de la salvedad de mi cama, logre escuchar por el resquicio de la puerta su voz preocupada al teléfono

—No me dirige la palabra.

Me levante despacio para que ningún resorte del colchón fuera a alertarla y me asome al pasillo como sospeche estaba realizando esa llamada desde la cocina, tome el auricular del teléfono de la sala y levante la bocina

—Helen, debes darle tiempo, Dylan no está enojado está dolido

—Entonces. ¿Qué hago? —preguntó con una entonación de desesperación son las 12 del día y no existe poder humano para que salga de la cama, incluso para poder hablar con él a solas, le di permiso a Jeimmy de irse a casa de su amigo Patrick

—Primero debes retomar la compostura, sí pierdes el control Dylan solo se alejará más de ti, debes ser tolerante, brindarle su espacio, pero también ser firme.

Fruncí las cejas «firme» que le sucedía yo era el ofendido, pensé.

El ruido de su llanto se abrió paso en la bocina

—Es que no sé cómo actuar, justo ahora no lo sé, me dijo que ya no me quiere... mi bebé, Tyler ya no me quiere y yo soy la única culpable, me asuste tanto esa tarde, solo quería que el estuviera bien, ver a mi padre derrumbado, inconsciente y pensar que ese niño dulce y bueno que yo arrullaba y cargaba en brazos fue capaz de eso, me hizo colapsar... Reaccione sin pensar, transferí la responsabilidad a ese psiquiatra porque me sentí incapaz de enfrentar la situación y ahora he perdido a mi niño.

La cuna II parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora