Pov Marcus
Entendí lo que Adán hacía al mostrar una terquedad sin lógica por salir al jardín de noche: quería ponerme difícil la ejecución de mi papel de hermano mayor, lo dejaría, después de todo, aunque se esforzaba, no era capaz de alterar mis nervios, ni siquiera un poco, le llevaba ventaja en el arte de desquiciar a figuras de autoridad, que puedo decir, poseo un talento nato. Haciendo memoria es cierto que de niños le hice ver su suerte en más ocasiones de las que puedo contar, me caracterice por ser un niño travieso, astuto, dotado de una creatividad algo maligna al momento de fabricar mis travesuras, peor aún al llevarlas a cabo porque siempre me gustaba tensar un poco más la cuerda que la experiencia se intensificara logrando un nivel extremo, aunado a que contar con la energía de un jinete de rodeo me hacía imparable, en aquel entonces Adán y yo éramos inseparables, en casa la dinámica era siempre la misma yo iniciaba con mi clásico y... ¿sí? Mañana no entramos al colegio, y... ¿sí? Tomamos prestada la moto acuática de papá, y... ¿sí? Saltamos entre las cornisas del último piso, por mencionar solo algunas de mis geniales ideas.
Adán, se negaba categóricamente, conforme crecíamos, con mayor determinación y seriedad, sin embargo lo conocía a la perfección, bastaba con que le dijera que era "un gallina", "un cobarde", y cuanto apelativo hiriente a su valentía se me pudiera ocurrir, para tambalear su seguridad, y el resultado era mágico: "como picarle las espuelas a un potrillo", ya que, en su afán de demostrarme que me equivocaba, terminaba por secundarme, y al final cuando nos descubrían que era casi siempre, absorbía la culpa por completo, «Diremos que fue idea, mía", me decía.
Por desgracia, nada es eterno, considero que nuestra relación comenzó a desmoronarse cuando Adán entró en la pubertad, más tardo en espigarse, salirle una que otra espinilla y parecerse cada día más a nuestro padre, que Meredith en repelerlo y retirarle los exiguos abrazos que le llegaba a dar, en cuanto a mí, me corono como su favorito, no es que lo dijera, no era necesario sus actos lo clarificaban a la perfección en las diferencias que hacía entre los dos: la rebanada de pastel más grande siempre era mía, si peleábamos porque programa de televisión ver, se terminaba viendo lo que yo quería, yo era el más apuesto, el más parecido a ella, solía enfatizar mirando con desprecio a nuestro padre, durante sus discusiones, y Adán que se parecía a él era el problemático, el desobediente, el rebelde, aquello no tardo en dividirnos, en respuesta mi hermano comenzó a competir conmigo por su afecto, por un tiempo se volvió servicial, atento, aplicado e incluso intentaba tener su lado de nuestra habitación ordenado y limpio «Lo que no se le daba». De nada le sirvió, Meredith era inmune a los esfuerzos de Adán por ganarse su afecto, incluso al rosal que cultivo, únicamente para llevarle una rosa recién cortada al buró de su habitación cada mañana.
En los años previos a que el matrimonio de nuestros padres se fuera a pique, Meredith nos usó como parte de su artillería sofisticada en contra de Matthew, su cobijo y protección para conmigo, en realidad era una especie de aleccionamiento, para su conveniencia, cuando no estaba, yo era sus oídos, siempre a cambio de un premio, por consiguiente me mimaba, sin importar lo mal que me portara, creía ser especial, afortunado, cuando solo era uno más de sus kamikazes piloteado a placer, en cuanto a Adán, lo convirtió en su muñeco vudú, la personalización de mi padre en miniatura, todo el despreció que sentía por él, lo saciaba a través de los castigos que en una broma cruel de las circunstancias, era Matthew quién los aplicaba, porque al llegar a casa, ella siempre tenía una queja de "su hijo".
Fui desleal con mi hermano, tomé parte de una guerra que no nos competía a ninguno de los dos, hasta que un día desperté y ya éramos dos extraños, el metido en su guitarra y sus notas musicales, y yo interpretando mi papel del hijo perfecto en doble versión, tanto para el afamado Doctor Matthew, como para la Diva de las últimas femmes fatales que era mi madre.
ESTÁS LEYENDO
La cuna II parte
Teen FictionEs la continuación de la cuna Titulada El vuelo de las golondrinas Bienvenidos a la segunda parte de la Cuna. donde tendremos el final. Gracias por seguir aquí. Para los lectores que llegaron aquí y desconocen de la existencia de la primera parte...