Capítulo 55

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—No, no has perdido la razón —negué dedicándole una mirada larga y profunda.

Adán prosiguió —las palabras se le desbordaban de los labios con una rapidez exaltada —Es por eso que me empecine en hablar con Robin, pero al parecer él no me recuerda.

—¿Entonces fue cierto Robin también despertó? —indagué ilusionado, contándole —Adán yo estuve con él, "del otro lado" cuando descubrió la razón de su coma.

—Claro que despertó ¿Entonces tú lo ayudaste? Vamos no te quedes mirándome ¡Adelante! cuéntame, sin pausas Jeimmy, no ves que la intriga me mata.

—Supongo que la ayuda fue mutua. Verás descubrimos que él se había caído de uno de los árboles de la zona de los manglares, como consecuencia tuvo una fuerte contusión que desemboco en el coma y despertó al recordarlo, esa era la llave para que él «regresará».

—«Cachorro» así le decía su papá, de cariño ¿lo recuerdas? —me preguntó.

Asentí sonriente.

—Y tú Jeimmy, ¿cómo lograste volver?

Sin darme la mínima oportunidad de responder, continuo—Yo vi por mi ventana el día que te trajeron y hable con tú mamá, ¡sí alguien puede creernos es ella! quizás era porque estaba desesperada y por eso escucho todos mis consejos con atención; esa misma madrugada que le explique que debía hablarte para guiarte y que así despertarías.

Inspiré y exhalé soltando el aire lentamente —Gracias Adán, mi mamá me habló y estoy seguro que en gran parte fue confiando en tus palabras, es una historia larga y complicada, fue como sí sus palabras y su rostro pudieran filtrarse hasta "el otro lado" en uno de los momentos más críticos, que creí perdería la batalla, la vi entre las tablas del muelle, repitiendo mi nombre, fue por ella que supe cómo actuar...—realice una pausa «Entonces la evocación volvió a mí: papá y Dylan, sin su apoyo, yo no estaría aquí, pensé».

Sabía que lo que estaba por decirle no le haría ninguna gracia, de modo que me torne serio y determinado.

—Ahora escúchame con atención, por favor, porque lo que te diré no te va a gustar.

Adán elevo una ceja frunciendo el ceño, se reacomodo en su silla de ruedas, irguiendo la postura —No le des más rodeos, solo dilo.

—No pienso hablarle a mi madre, ni a nadie "del otro lado" ¡Jamás!

Su rostro se llenó de confusión —¿Por qué no? —me cuestiono agobiado, sin dar crédito, con los ojos pasmados sobre mí.

—Porque no, y ya —respondí con aspereza.

Agacho la cabeza, recorriendo una de sus cejas con el dedo índice, en ese ademán tan propio de él, cuando la frustración lo alcanzaba —¡¡Porque no y ya!! —replicó —¿Qué clase de respuesta es esa? Déjame entender:

Robin, quien fue con el que conviví más tiempo "del otro lado" casi por cuatro años, no me recuerda o eso es lo que sus padres aseguran, y tú, que, en palabras tuyas, recuerdas todo a la perfección, simplemente te lo guardaras para la posteridad. ¡¡Porque, sí!! ¿Se puede estar así, o simplemente más jodido que yo? —se lamentó, tallándose los ojos, resoplo, y al descubrirse el rostro, me miró fijamente compartiéndome sus inquietudes:

—Te contare el punto en el que me encuentro hoy, mi padre no me cree en lo absoluto, nada, referente al otro lado, no tengo pruebas de lo que digo, y ahora al parecer ni un solo testigo, eso sumado a mis antecedentes de «suicida» me roba total fiabilidad, papá prometió que podría ver a Robin después... cuando yo este sano del todo.

La cuna II parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora