Pov Dylan
Estaba descansando era esa especie de sueños de muerte, donde sencillamente desapareces o por lo pronto tus pensamientos y la conciencia de tu existencia lo hacen cuando:
PRIMAVERA DE 1990
Ese estallido irradio en mi retaguardia una primera vez, una segunda, de inmediato reconocí la palma de esa mano. Giré medio cuerpo, excepto mis piernas que de nuevo permanecían rígidas, desconectadas de mi cerebro. Estaba en el Hospital y a los pies de la cama tenia a mamá con un gesto de enfado crónico.
Me lleve ambas manos al trasero cubriéndome, hace tiempo que no veía en su rostro esa expresión de fiera bravía a punto de lanzarse sobre mí.
—¡Mamá! ¡Detenté! ¿Qué te sucede? ¡Aguarda! ¿Dónde está mi abuelo?
Se llevo los brazos a la cintura y sin moderar en lo absoluto su timbre de voz, incluso elevándolo, como sí su misión fuera poner al tanto a todo el Hospital de lo que pasaba, aquí dentro.
—¿Qué me pasa a mí? ¿Qué te sucede a ti, señorito? ¿Es qué, cómo es posible que para unas cosas seas tan avisado y para otras simplemente te lances de cabeza al precipicio? ¿Creíste que no me enteraría? No se habla de otra cosa en la recepción, que no sea del chico de la habitación 202 y como puso de cabeza a todo el personal del Hospital con su intento de huida. ¡Ah! y de cómo agrediste a un oficial.
Mis ojos se empequeñecieron «Y dale con que agredí a ese tipo. Gente entrometida», pensé.
Mamá, dio un tirón de las sábanas, supe interpretar, cuáles eran sus intenciones, las sujeté.
—¡No! ¡no qué haces! Mamá no estamos en casa, es un Hospital, por favor no planeas hacer lo que supongo, ¿verdad?
Frente a mis negativas y forcejeos, su ceño se frunció hundiéndose en un surco más profundo del que yo tenía conciencia de que pudiera formar. Soltó la orilla de las sábanas de la que tiraba y me advirtió
—Estoy furiosa contigo —resoplo un par de veces llevándose una mano a la cabeza —Vas a bajar tú solo esas sábanas y el cobertor y dejaras que te corrija o ¿quieres que le pida ayuda a un enfermero?
—¿Dónde está mi abuelo? ¿ya hablaste con él? —pregunté.
—No, pero él también me va a escuchar, no es posible que te consecuente este comportamiento, que no me dijera nada —se quejó, estaba tan alterada y desbordo todo por la boca.
»¡Intentar escapar, en tu situación Dylan! Cada vez que creo que hemos llegado al punto cumbre de tus estupideces, tú encuentras un nuevo nivel. ¡¡Abandonar el Hospital!! ¡Irte tú solo a Denver! ¿y para qué? Para decirle a tu hermano que estas vivo, es qué quieres reventarle la poca cordura que le queda, sí yo tu madre digo que no, tú obedeces, porque es lo más sensato, la mejor decisión. Debes entenderlo.
Eso me encolerizo.
—No se supone que me darías más libertades. La capacidad de decidir por mí mismo ¡De crecer! —espeté.
—Eso es algo que se gana Dylan, y después de tú última decisión libre, a mis espaldas: fugarte a esa carrera de motocicletas con tú hermano a cuestas, perdiste tu oportunidad. Y justo ahora lo único que te has ganado es una tunda ejemplar, ya puedes ir olvidando todo lo que te dije o prometí.
Con una habilidad aterradora, tiro las cobijas y las sábanas al piso y se abalanzo bajándome el pijama y los calzoncillos
—No ¡Espera! ¡Qué haces! Mamá por favor. El abuelo ya me reprendió.
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La cuna II parte
Teen FictionEs la continuación de la cuna Titulada El vuelo de las golondrinas Bienvenidos a la segunda parte de la Cuna. donde tendremos el final. Gracias por seguir aquí. Para los lectores que llegaron aquí y desconocen de la existencia de la primera parte...