Horas de visita y terapias

189 15 14
                                    


Pasaría más tiempo del que hubiera deseado, para traer de vuelta a mi memoria la cronología exacta, de cómo se suscitaron los acontecimientos que me trajeron aquí "al otro lado". De lo único que estaba seguro, era de que el punto de partida o de quiebre, inicio con el accidente en motocicleta que Jeimmy y yo sufrimos.

De momento, solo me deje llevar por la marea de ese nuevo recuerdo engulléndome, que de poco a poco cobró nitidez.

Era un hecho que el abuelo, ya no era el mismo neurótico de antes. Nadie cambia en su totalidad, y menos alguien entrado en años, sin embargo, se notaba que el abuelo Harold, se esforzaba por tenerme paciencia, algo que debo admitir que en estos días era toda una prueba, poco a poco, volvía a confiar en él, y realmente tenía fe en que jamás volviera a ser aquel hombre violento que alguna vez jure nunca perdonar.

«Por aberrante que parezca en un principio, y por difícil que sea de aceptar, a veces las desgracias traen consigo una recompensa, una segunda oportunidad, eso era lo que yo había obtenido con mi abuelo».

Quien debajo de toda esa coraza de acero reforzado, incluso podía ser cariñoso, aunque raquíticamente al principio, cada vez le costaba menos trabajo expresar todo tipo de sentimientos y no solo conmigo, incluso lo había escuchado ser más cariñoso con la abuela, cuando realizaba esa llamada nocturna al final de cada día para que ambos le deseáramos las buenas noches, sin embargo yo debía dejar de tirar de sus nervios, pues el abuelo también estaba aquí para ponerme limites, me lo acababa de dejar bien en claro con esa advertencia.

 Por extraño que suene, me hizo sentir bien que me pusiera un ultimátum, lógicamente no porque quisiera que cumpliera su amenaza. eso era lo último que quería, era porque, esto me confirmaba que no me veía con lastima, sino que me exigiría como antes lo hubiera hecho y eso me hacía sentir normal, completo...

El abuelo realmente, creía que yo volvería a caminar y eso me llenaba de ánimos porque Harold Novak, no era de dar falsas esperanzas.

—Abuelo ¿A qué hora decías que llegaba mamá? ¿Hoy si vendrá Jeimmy? Bueno, no sé ni porque lo preguntó, claro que debe venir, mamá no tiene con quien dejarlo y menos sí se quedará ocho días, incluso el fin de semana con nosotros, estamos a casi 16 horas de casa en auto ¿vendrán en avión, verdad, abuelo?

Me detuve por un segundo para tomar aire y continuar interrogándolo.

Su voz se elevó con desesperación

—Dylan Douglas Novak me vas a provocar una migraña, no has dejado de parlotear desde que amaneció, desde las cinco de la mañana no te para la boca, por favor dame un respiro —pidió mi abuelo frotándose las sienes.

Parpadeé e insistí apretando los labios, y llevando el labio inferior al frente fingiendo un puchero

—¡Abuelo, solo respóndeme y juro que me callare! —exclame ansioso.

—Esto es lo que haremos, como vendrá tu madre ya no tendrás terapias por la tarde

—¡Yeah! —exclame sonriendo

—Perdón —cuestionó, cruzando los brazos

—Bueno, es que así pasare más tiempo con Jeimmy, y con mamá —me excuse.

El abuelo borro ese gesto fruncido

—¿Puedo continuar? —me preguntó

—Adelante abuelo, te escucho —contesté frenándome.

—Te bañare para que estés presentable, por esta última vez será aquí en la cama "un baño de esponja" y a partir del lunes, lo haremos en la zona de rehabilitación donde están las tinas, te lo comento previamente porque creo esa noticia te animará.

La cuna II parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora