Enfrentando al abuelo I

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 Fue lo último que dijo al colgar

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 Fue lo último que dijo al colgar... supe que no se detendría tome mi mochila, cerré la puerta de golpe y corrí por el pasillo, bajando las escaleras saltando los escalones de dos en dos, haciendo uso de mi entrenamiento en atletismo corriendo tan rápido como me era posible, aunque me esforzaba sabía que nuestro apartamento se encontraba a media hora del de Demian a toda carrera serian quince minutos, eso era demasiado tiempo, el terror de saber lo que esa vara podría hacerle a mi hermano, me hiso correr rebasando mi capacidad cardiopulmonar, al doblar en la esquina los pulmones me ardían y cuando por fin llegue al pórtico apenas podía respirar, pero no me detuve subí a pasos agigantados y cuando inserte la llave en la chapa de la puerta la mano me temblaba, entre directo a la sala y la escena lleno mi pecho de ira, el abuelo tenia a Jeimmy en la misma posición que a mí me puso meses atrás vencido inclinado sobre el descansabrazos con los glúteo elevados completamente enrojecidos sabía que un par de golpes más y su piel se abriría, pero Jeimmy ya no se movía ni daba pelea solo sollozaba, parecía incluso ya no estar captando nada de lo que sucedía, esto solo embraveció mi fuego interior extendiéndose como ríos de lava dentro de mis venas, el abuelo estaba de espaldas a mí, cuando con mis palmas de las manos abiertas le di un empujón con toda mi fuerza golpeándolo sobre los hombros y lanzándolo al piso logrando dejarlo desorientado unos segundos hincado sobre el piso un par de metros lejos de Jeimmy, quien ante el ruido del golpe, giro la cabeza suspiro viéndome con sus facciones aun con rasgos infantiles, las lágrimas se deslizaban por sus mejillas, camine rápidamente y lo saque de esa humillante posición tomándolo en brazos tome su cabeza con mi mano clavando su rostro en mi cuello, todo su cuerpo tiritaba así desnudo de la cintura para abajo coloque mi brazo alrededor de sus piernas para sostener su peso sin tocar ni un centímetro de sus glúteos evitando tocar sus muslos con algunas líneas rojas y mucho menos imprimir presión sobre sus maltratados glúteos, camine a nuestra habitación con él, en brazos escuchando como el abuelo se incorporaba jadeando, se aproximaba hacia nosotros, lo escuche bufar cuando furioso me reclamó:

—Me empujaste, te atreviste a levantarme la mano a mí, a tu propio abuelo que falta de respeto.

Jalé la frazada del sillón que estaba próximo a nuestra habitación y colocándola sobre los hombros de mi hermano 

—Le dije —sujétala y entra a nuestra habitación y no importa lo que escuches no salgas.

 Apenas sus pies descalzos tocaron el piso con el terror dibujado en sus ojos sujeto la frazada con ambas manos hecha puños al frente, como si esta le proveyera algún tipo de seguridad sin dejar de pedirme entre gimoteos

 —No entra conmigo, nos esconderemos los dos; 

El abuelo no me dio tiempo a plantearme si deseaba asumir el papel de un niño asustado, me giro del hombro y en un movimiento rápido me sujeto las manos hacia atrás, arqueándome la espalda de tal forma que incorporarme era imposible e intentar hacerlo doloroso. Jeimmy cerró la puerta llorando, mi pobre bicho estaba aterrado y eso me dio el valor para portarme como lo que era su hermano mayor; sin embargo no puedo negar que el miedo me arrastro cuando el abuelo Harold me aproximaba al sillón, toda esa cascada de emociones cayó sobre mí de golpe reviviendo como en un deja vú, los recuerdos de aquel día 

La cuna II parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora