Dylan la mayor parte del tiempo era protector y paciente conmigo, pero en excepciones aisladas mi hermano experimentaba fases cortas en las que no sabía cuando parar con su humor fastidioso de hermano mayor. Al darse cuenta que yo me había quedado con la mirada perdida divagando no dudo en hacerme reaccionar con esa afirmación hecha con todo el afán de hacerme rabiar
—Jeimmy, bicho.
—¡Mamá parece ser que mi hermanito se fue a dar un viaje a la luna! —afirmo Dylan. zangoloteándome de los hombros
—¿Qué? —cuestione agitando la cabeza para despejarme y dando unos parpadeos
—Se los dije, al bicho se le sobrecalentó el cerebro, eso pasa por exigirle más, de lo debido a su nuececita —aseguro de forma burlona, sonriendo.
Achique los ojos, ofendido y alce la voz con ese tono chillón que no podía quitarme, menos cuando me hacía enojar
—Mi... mi cerebro no es una nuez —le reclame.
Un sentimiento apabullante de aflicción me invadió de forma exagerada, me sentí herido, no querido e incomprendido todo al mismo tiempo, eso era más propio de la edad que simulaba, le achaqué a ello mi reacción adolorida. No pude controlarlo y termine la frase con un balbuceo que rápidamente degenero en un llanto doloroso.
Papá acababa de estacionar el automóvil, se giró y negando con la cabeza exclamo en un regaño firme
—¡Felicidades Dylan! ¿Es qué, crees que esa es la forma en la que un hermano mayor debe comportarse? haciendo llorar a su hermanito. Todo el camino para acá haz estado molestándolo y tirando de mi paciencia, pero hasta aquí llegaste.
Mamá simplemente abrió la puerta del copiloto bajando del auto al mismo tiempo que papá lo hacía.
La voz insistente y asustada de Dylan capto mi atención haciéndome que retirara las manos en forma de puños de mis ojos e intente contener mi llanto
—Bicho, bichito contrólate ¡está bien, me pase! lo acepto y lo siento, pero vamos sí he estado de hostigoso pero tu estas entrenado, aguantas mucho más, vamos deja de llorar por favor hermanito. No quiero que me castiguen en pleno estacionamiento.
—Pues bien, merecido lo tendrías por malo, eres malo Didi —gritoneé con un puchero pronunciado
—¡Malo! —exclamo contrariado. Hablas cómo cuando tenías si seis años —menciono cayendo en cuenta. Pude ver como su mirada paso de preocupación a culpabilidad y se disculpó
—Mirruña, hermanito, lo siento tanto, tienes razón, soy el peor hermano del mundo, yo jamás te traté así a los seis, esas bromas pesadas comencé a hacértelas hasta los doce, perdóname mi bichito, que falta de tacto, el mío se recrimino.
Deje de darle la espalda y salte a sus brazos encajando mi barbilla en su hombro en el mismo instante que papá y mamá abrían la portezuela trasera, quizás papá aun no captaba la escena cuando se agacho y con autoridad demando
—Vamos Dylan, baja del automóvil, tú y yo tendremos una charla mientras mamá se adelanta a comprarle un chocolate caliente para hermano; el cual por obvias razones tu te acabas de perder.
Sentí como el cuerpo de mi hermano se tensaba y lo escuché tragar saliva, aun así, responder con aplomo
—Si papá, solo deja calmo al bicho y en susurro le explico —lo siento solo era una broma, aunque sé que fue demasiado para alguien tan pequeño como mi hermanito, no era mi intención herirlo.
—Vamos Dylan entrégame a Jeimmy —insistió mamá
Esos brotes de reacciones infantiles que eran un tipo de efectos secundarios de revivir las sensaciones de las edades a las que volvíamos durante los deseos, eran algo que nos costaba controlar. Era cuestión de determinación me dije y me concentre en contenerme para actuar al nivel de la situación; no dejaría que reprendieran a mi hermano por algo sin importancia.
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La cuna II parte
Teen FictionEs la continuación de la cuna Titulada El vuelo de las golondrinas Bienvenidos a la segunda parte de la Cuna. donde tendremos el final. Gracias por seguir aquí. Para los lectores que llegaron aquí y desconocen de la existencia de la primera parte...