Cuando un perdóname, no es suficiente

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Volteé a ver a Tyler sin creer que esto fuera cierto:

—¡¿Qué, ha pasado?! ¡Esto es una locura! Pero me apunto, con tal de que me saquen de aquí —borbote desesperado

—No lo es Dylan, tu madre esta arrepentida, tú abuelo estaba empecinado con quitarle tu custodia, niega haberle pegado a Jeimmy y jura que tu estas en perfectas condiciones ¿aún tienes marcas? —me preguntó. —necesitamos, sacarte fotografías para la evidencia

Apenado susurre —me bañan y curan todas las noches, no sé, sí aun tenga marcas, pero ya no me duele.

—Waoo, Didi, ¡chicas que no son mamá te bañan! eso es de envidiarse, ehhh. —aseguro.

Con una candidez mal fingida, intentando no develar el impacto de lo roto y poco parecido que me veía a su hermano mayor, con las amarras en mis brazos y los ojos sumidos en mis cavidades, debí enflacar cinco kilos en esos días, sé que solo buscaba que no me sintiera derrotado. Pero la sensación fue por completo contraria «Sé comportaba como el mayor»

Intente levantar los brazos para abrazarlo, pero las vendas me lo impidieron suspire entrecortadamente.

—No bicho lo increíble es que vengan a rescatarme, ahora desátenme que no tenemos tiempo que perder, las fotografías las sacaremos cuando estemos lejos de aquí. —Ahora Tyler cual es el plan —pregunte. Una vez de pie frotándome las muñecas de las manos

—Tú, te vas a subir a la silla de ruedas, Jeimmy ira en tus piernas los cubriré con una sábana y huiremos.

Los detalles de las llaves y los accesos no los recuerdo, supongo que estaba en shock y lleno de miedo, solo me convertí en un bulto debajo de esa sabana, sobre esa silla de ruedas aferrándome a Jeimmy como un naufrago que se abraza a su chaleco salvavidas.

Cuando escuche la puerta trasera del Hospital abriéndose y las alarmas del Hospital encendiéndose, Tyler nos llevaba a toda carrera hasta la zona de ambulancias donde había, dejado su automóvil escondido. Nunca he visto una luna más grande y resplandeciente que la de esa noche, cuando recosté mi cabeza sobre las piernas de Jeimmy en el asiento trasero del auto de mi ahora gran amigo Tyler y emprendimos la fuga.

Nos quedamos tres días en su casa hasta que las fotografías y amenazas de mamá, de mi psicólogo (Tyler) e incluso de la abuela frenaron la batalla del abuelo por quedarse con mi custodia; eso fue lo que me contaron, pero...

Años después me enteraría que sí salí de allí, fue solo porque mi propio abuelo todo un "marine" robo las llaves y orquesto mi fuga, él no me quería allí dentro, no permitiría que me apagaran con medicamentos por un error de juicio de Helen.

Pero en esos días la última conversación que escuche de mamá con el sin querer al levantar el auricular sin saber que ella estaba en llamada fue algo así

—Lo único que intentaba era salvar a mi nieto de tu falta de guía, es cierto que aproveche las circunstancias para obtener su custodia, después de lo que paso, estoy en verdad preocupado por él, aun así te lo reitero yo no tuve nada que ver con que, tú en un arrebato de incapacidad materna, lo internaras en el pabellón de psiquiatría, esa decisión fue solo tuya. Yo estaba en terapia intensiva, como podría haber influenciado, no soy tan omnipotente como crees hija y debes reconocerlo Dylan estaría mejor conmigo hija.

—Te di una segunda oportunidad y que fue lo que hiciste, golpear salvajemente a mis bebes, intentar apartarme de mi hijo mayor, dude de él, papá pero sabes que, toma tu dinero, tu servicio médico y tu supuesta ayuda disfrazada de control y sal para siempre de mi vida, quieres la cabaña quédatela, desherédame, no me interesa y por cierto me alegra que mamá te pidiera el divorcio, porque sí aquí alguien necesita ayuda urgente eres tú para control de la ira, histeria... llámale como quieras, eres un hombre violento, no quiero volver a verte a menos que busques ayuda...

La cuna II parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora