¿Cómo fue que inicio esa práctica poco decorosa?

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A la mañana siguiente desperté de nuevo sobre el pecho de mamá, ella me daba suaves palmaditas sobre el pantalón del pijama, abrí los ojos un poco desubicado

—¿Cómo te sientes cariño? —me pregunto sonriéndome

—Ya me alivié mamá —declaré con seguridad

—Ha sí, en verdad —cuestiono. Entonces ¿ya quieres tus crepas para desayunar?

—Con mermelada de zarzamora y mucho queso philadelphia —asegure saboreándomelas.

Mamá deposito un beso en mi frente y afirmo

—Si, ya lo veo mi niño grande amaneció mucho mejor, quédate a dormir un poquito más con tu padre y tu hermanito.

Asentí y cerré los ojos, mientras mamá atravesaba el marco de la puerta rumbo al pasillo, entonces Jeimmy emergió desde las colchas mordisqueando una paleta roja de fresa, de esas, que a esa edad adoraba tanto y con una mirada culpable se justificó:

—Lo siento, al parecer a los seis años no te era tan leal, lo bueno es que mamá tenía razón ni cuenta te diste.

Me incorpore sentándome y cruzando los brazos

—En verdad bicho, me vendiste por una paleta de fresa, no puedo creerlo.

—Ni te quejes, tenías un semblante tan embobada en sus brazos que apenas si apretaste las pompis, mientras mamá te tomo la temperatura y te puso el supositorio —me relato con una tranquilidad cínica.

Mi cara debió estallar en miles de tonalidades rojizas, pues fue así como mis mejillas se sintieron calientes al instante, estalle en ese reproche sonoro

—Es en serio, no solo me entregaste, si no que tuviste el descaro de observar cada una de mis reacciones. Estaba dormido bicho, dormido, lo entiendes —le recrimine

Sonrió lengüeteando su paleta de forma burlona respondió —Sí, te veías muy gracioso haciendo pucheros, mientras mamá te tomaba la temperatura. Entonces sí que eleve la voz irritado

—¿Pero que maldita fijación tiene nuestra madre con esas porquerías, y con ese termómetro? ¿Dónde lo dejo? Dime, que ahora mismo lo estrello contra la pared.

Papá se destapo sacando el rostro de los edredones adormilado con una voz pastosa

—Dylan, es muy temprano para que ya estés gritando y pataleando ven para acá —me llamo.

Me hice a la orilla de la cama enfadado cruzando los brazos y enarcando una ceja, al mismo tiempo que él engullía a Jeimmy dentro de las sabanas y este reía

—No papá, detente.

En un descuido mío —Usted también, enojón venga para acá —exclamo estirando su brazo, atrapándome y rápidamente llevándome a su pecho junto con Jeimmy

—¡No, es suficiente! Es hora, de que vayas controlando a tu mujer —le reclame

—Dylan esos moditos a tu padre no —respondió con un tono de advertencia, dándome una nalgada suave.

—Suéltame —le exigí enfurecido.

Pero papá me dio un fuerte beso sobre la mejilla abrazándome a su pecho y tras un suspiro —recalco

—No sabes lo feliz que estoy de verte de nuevo con la energía para contradecir a tu padre y quejarte de todo.

Eso fue suficiente para que le permitiera que me recostara en su pecho, emitiendo un suspiro profundo y levantando la mirada cuando hablo:

La cuna II parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora