Adán
Sopesé, la posibilidad de exigir que Robert se quedara en el hospital por el día, aunque al evaluar la situación, terminé por guardar silencio, después de todo, él, no era mi enfermero particular sino de la plantilla de la clínica de mi padre, y ahora que planeaban reinaugurarla, brindando consultas y terapia psicomotriz y rehabilitación neurológica, para chicos en recuperación del coma, supe que tendrían mucho trabajo, estaba decidido a no seguir siendo una carga y no quería que ninguna queja mía, desalentara a mi padre de su nuevo proyecto, afrontaría el dilema llamado Aitana, yo sólo, de forma solemne me lo juré, el problema es que entre decirlo y hacerlo existía una diferencia enorme. Estaba próximo a cumplir un año de haber despertado del coma y en todo este tiempo mi padre propicio un ambiente hermético y controlado que me hiciera sentir lo más seguro y confortable posible, empezando con ser llevado a casa y atendido por Robert, y por Mary, creó una burbuja aterciopelada de la cual ahora había sido desterrado, y aunque me decía a mí mismo que estaba bien, que esta era una forma de iniciar mi lento camino a la independencia, no dejaba de reprocharle a mi suerte ¡Porque, porque de todas las mujeres en el mundo, Aitana tenía que ser mi enfermera asignada! Me gustaba y a la vez me atemorizaba.
La última vez que tuve tratos con una chica que fuera más o menos de mi edad fue en el club de yates en un juego de tenis, tenía quince años y al terminar el juego, apenas tuve tiempo de tomar una limonada con ella y hablar de banalidades como el colegio, mi grupo de música favorito y que estudiaría, papá llegó apresurándome porque teníamos que ir a una de sus comidas de doctores, me despedí y eso fue todo, en menos de dos meses yo estaría fuera de circulación «en coma».
En síntesis, para mí, el sexo opuesto era el más grande enigma.
Y Aitana no me hacía la situación nada sencilla, era tan hermosa como temperamental, sus ojos vivaces verdes como aceitunas y ese cabello del color de las fresas, sujeto siempre en un chongo cubierto por su cofia, que deseaba ver suelto cayendo a contraluz, pensé miles de veces la mejor manera de pedirle que se lo soltara, solo por unos segundos, deseche la idea en automático, sabiendo que se ofendería, creyendo lo peor de mí y quien sabe quizás hasta una bofetada me daría, por eso prefería soñar en silencio, por las noches mi cabeza se llenaba de fantasías sexuales, que por la mañana me hacían imposible mirarla a los ojos.
Es tu enfermera, Adán, no te entusiasmes, solo tu enfermera me repetía todos los días.
Si por una fracción de segundos mi libido me había nublado la cabeza, estaba a minutos de que la vida con su característica falta de tacto me sacara de una sacudida todas esas nubes blancas de la cabeza y de paso matara a pisotones las mariposas que me hacían cosquillas dentro del estómago.
El primer día de su mandato, fue anunciado con el eco de sus tacones, desde el pasillo, al entrar sin la más mínima sutileza en la habitación sus pasos aguijonearon mis tímpanos y por si el escándalo no fuera suficiente el traqueteo de las llantas del armatoste que más tarde me entere era el carrito de auxiliares se detuvo hasta los pies de la cama, los sueños aún se desdibujaban de la realidad entre las penumbras azuladas que se filtraban entre las sombras alargadas de las persianas, confirme que el alba se encontraba lejos de emerger, quise cubrirme la cara con las mantas, sin lograr sujetarlas, cuando ella dio un tirón llevándolas hasta mi cintura, arrugue los ojos cuando encendió la luz.
—Adán, despierta, como pensé, eres un perezoso —abrió esa queja sin un saludo —debo tomarte los signos vitales y revisar los vendajes de tus piernas.
—¿Y mi papá? —pregunté adormilado.
—Se fue, hará eso de una hora y vas despabilando ya, que no sé cómo fuera en tu casa, pero aquí la primera ronda la hago a las seis de la mañana, y no se me va a hacer tarde por ti —me advirtió con su tableta realizando apuntes, la coloco en la orilla de la cama y me puso el oxímetro en mi dedo, al querer checar la aguja del suero me lastimó.
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La cuna II parte
Teen FictionEs la continuación de la cuna Titulada El vuelo de las golondrinas Bienvenidos a la segunda parte de la Cuna. donde tendremos el final. Gracias por seguir aquí. Para los lectores que llegaron aquí y desconocen de la existencia de la primera parte...