Tercer y ultimo deseo parte I

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En cuanto mamá me sirvió mis crepas con ese vaso con leche y chocolate que tanto extrañaba de los fines de semana, esa acusación emergió de forma ingenua y espontánea

—que rico mami, no más hamburguesas ni bacón para el desayuno.

Una exclamación de reproche sonó al unisonó

De mamá hacia papá —Henry. Y de papá hacia mí, por habérseme ido la lengua —Dylan.

Subí los hombros y agachando un poco la quijada

—Ups, se me escapo —me disculpe; mordiéndome el labio inferior.

Mamá se acercó a mí con una taza con café entre sus manos, me dio un beso sobre la coronilla de la cabeza y quitándole importancia me reconforto.

—No pasa nada Didi, ya hablare más tarde con tu padre —aclaro dedicándole a él, una mirada penetrante.

La inocencia de Jeimmy emergió —Bueno papá mientras no sea una charla en la mecedora o en el sofá, estas a salvo. —Realizo el ademan de entre paréntesis con los dedos. —Y le compartió —pues justo en esos sitios las charlas, no son exactamente charlas —enfatizo con medio puchero

Papá comenzó a reír —Muchas gracias por la aclaración Jeimmy, pero yo tengo el arma secreta para que tu mamá me perdone sin llegar a esos extremos.

Mamá intento aparentar su mejor rostro serio, aunque la comisura inferior de su labio la delataba dando nacimiento a una sonrisa, levanto la palma de la mano poniéndola frente a su boca cuando papá se acercó y agachándose de espaldas a su silla la abrazo

—No Henry, ahora ni un millón de besos te salvara —advirtió.

Papá bromeando —preguntó —¿y dos millones?

Al primer beso en la mejilla. —respondió con coquetería —bueno quizás tres millones lo hagan.

Papá no necesito más, en ese instante empezó a besarla intercalando entre una y otra mejilla y en cuanto mamá volteo la cabeza riendo le planto un beso en la boca

—Está bien Henry, te perdono solo porque estamos a vísperas de Yule.

Jeimmy y yo levantamos los brazos gritando —Sí Yule (Navidad)

Cuando terminamos de desayunar Jeimmy y yo nos sentamos en la sala mientras nuestros padres se mantenían en la cocina hablando en voz baja, yo intentaba afinar mi oído para captar algo de su conversación cuando Jeimmy me jalo de la playera para llamar mi atención

—Dylan hazme caso —te pregunte algo

—Qué, a lo siento bicho, estaba distraído es que no crees que papá y mamá están muy misteriosos

Los ojos se le iluminaron en el momento que —afirmo —seguramente están hablando de todos los regalos que nos compraran para navidad, pero contéstame —insistió —¿tú recuerdas en verdad, alguna navidad con papá?

Suspire con pesar, confesándoselo —La verdad es que es más, lo que creía recordar, que lo que en realidad pude rememorar, verás la última navidad tenía 7 años

—y yo casi cuatro —agrego. Asentí y proseguí —pues la pasamos los cuatro solos en el apartamento, como te he contado papá no congeniaba con el abuelo y en aquel entonces los frecuentábamos poco; recuerdo que teníamos un árbol artificial no muy grande y que te desperté muy temprano para ver los regalos... pero detalles específicos, si te soy sincero no tengo; al siguiente año, papá se marchó pocos días después de mi cumpleaños a finales de octubre y esa fue el primer "Yule" que celebramos con los abuelos —Ese mismo año mamá empezó a trabajar

La cuna II parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora