Postrado y solo

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Pov Henry

Me quede petrificado y trague saliva, inhalando y exhalando: una, dos, tres veces incapaz de reaccionar. Un chirrido de la puerta de la cocina se escuchó y esa voz entre impactada y emocionada se asomó.

—¿Eres mi abuelo? el abuelo Douglas.

Escuche como la silla donde ese hombre estaba sentado se movía,

—Sí muchacho, mira nada más que grande estas, sabes a veces desde este lado podemos ver hacia el mundo tangible: y yo te mire recién nacido y también te he visto a lo lejos, aquí con tu padre, anqué ahora teniéndote de frente te ves enorme, ven dame un abrazo. Me gire para ver como este sujeto entrelazaba a mi hijo,

—Suelte inmediatamente a mi hijo, y tú, Dylan te ordene algo, así que sí no quieres verme realmente enojado, ve a mi habitación y quédate allí.

Dylan me miro de una forma que jamás lo había hecho

—balbuceo —p...pero e... es el abuelo, papá viene a ayudar deberías estar feliz, porque seamos sinceros tú, no tienes idea de que debemos hacer...

—Dylan Douglas Novak —enfatice

—¡Qué Henry Douglas! ¿qué? —contestó de mala forma.

—Obedece —recalque resuelto a que hiciera caso

—Suficiente —intervino este hombre levantándose y colocando su mano sobre el hombro de mi hijo y con un tono conciliador lo insto —Por favor Dylan, obedece a tu papá, él y yo necesitamos hablar a solas, es la primera vez que lo veo desde hace mucho, debes entender que este sobresaltado

—Yo no estoy sobresaltado —eleve la voz, rebasado por mi temperamento.

Dylan se giró asintiendo y llamo a su perro —Boly vámonos. —Fue entonces que lo que me dijo con eso ojos audaces me desarmo.

—Papá, yo sé cómo te sientes, pero escucha a tu papá, por lo que sé, él tampoco se apartó de ti por elección, como tú y yo, fue algo del destino, él murió, no sé muy bien la historia, pero eso me conto mamá, bueno los dejo.

Los pasos de Dylan alejándose nos sumieron en un silencio lleno de preguntas por lo pronto para mí, hasta que comento —Tú hijo, es muy avispado, me enorgullece ver como generación tras generación nos volvemos más listos, es un deleite.

—Es todo lo que vas a decir, te apareces así de la nada y eso es lo único que se te ocurre Orson. La respuesta de mi padre me dejo prensado a la silla

—Henry, tenemos dos semanas para sacar a tu hijo de aquí, que simboliza menos de un mes en la realidad, quieres desperdiciar el tiempo reprochándome porque no me aparecí antes o podemos invertirlo en lo realmente importante, tenemos una eternidad para que me digas lo mal padre que soy, pero escaso tiempo para ayudar a mi nieto, así que ¿qué dices?

—¿Cómo sé que puedo confiar en ti?

—Primero porque soy tu padre y segundo porque si tus oraciones eran para ese hombre de barba blanca, sentado entre nubes temo decirte que se retito hace eones, así que digamos que soy yo o nadie más, tú decides Henry.

—Está bien, será una tregua de sangre.

Me miro directo a los ojos y sus palabras traspasaron mi pecho

—Lo siento hijo, no podía venir antes, fue tu suplica la que me dio acceso por el mar y aproveche la tormenta, pude venir antes pero no pase de la cabaña donde estaba Jeimmy; los muertos que cruzamos no tenemos un tránsito tan libre como los que se quedan esperando a un ser amado. Créeme, yo no tuve opción, cruce de largo no tenía a ningún ser amado que me contuviera en este sitio de transición, de haber podido me habría quedado.

La cuna II parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora