¡Adán recuerda!

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Pov Helen

Y aunque yo me aleje mi curiosidad de continuar escuchando, sumado a la ventana abierta y la puerta corrediza de par en par, me hicieron seguir toda aquella conversación desde la terraza. Cuando tocaron a la puerta, tome mi posición de nuevo detrás de la cortina. Alcance a ver como Adán de inmediato levanto la cabeza y negó

—No, papá que vuelvan después por favor.

—Debería dejar que entraran y te vieran, quizás así se equipararía un poco a lo mal que ellos debieron sentirse cuando tú, eras un mal educado

—No papá, te lo suplico o no seré capaz de volver a mirarlos a los ojos —pidió suplicante

Matthew suspiro. —Bueno vamos te ayudare a ponerte los calzoncillos, te sentaras en la silla de ruedas, sabes que jamás te expondría a una humillación —lo tranquilizó

Adán sonrió de lado, su padre lo vistió con unas bermudas holgadas y una playera azul cielo, después de sentarlo en la silla, cubrió sus piernas con la frazada

—¡Quiero que les pidas perdón y que suene a un arrepentimiento real! —demando

Adán lo miro con horror, pues al pensárselo mejor, dedujo que lo notarían

—Ahora... me voy a morir de la vergüenza sabrán que me has castigado, vamos papá no puede ser más tarde u otro día —pidió con ojos grandes

Matthew Negó con la cabeza

—No, Adán —dije ahora.

Y dándole unas palmadas en el hombro de ánimo; respondió a ese llamado desde el otro lado de la puerta

—Adelante esta abierto pasen

—La voz de Robert, le cerró la garganta y centro su mirada en el piso

—Dr. Matthew, yo solo le traje lo que me pidió, me iré cuanto antes —aseguro. Con una incomodidad respirable que alerto a Adán, quien giro la cabeza y entonces si entro en pánico e incluso palideció

—No, papá, yo creí que ya habías terminado, ya me disculpó. ¡la regla no, por favor! suplico tragándose un lloriqueo

Matthew no quería ser cruel con su muchacho era cierto, el mismo le había pedido a Robert la regla de madera que guardaba en su despacho, aunque eso había sido antes, en un instante de estupor y desesperación, además Adán ya se había sincerado con él

—Ya hijo, tranquilo no la usare, creo que ya fue suficiente.

Robert estaba realmente incomodo, era cierto que aquel chico era un quisquilloso, pero verlo así con las mejillas encendidas como dos soles a medio día y los ojos enrojecidos, lo lleno de pena, solo de imaginar lo avergonzado que se sentiría justo ahora que el temor de Adán, lo hizo confirmar sus sospechas

El Dr. Matthew acababa de darle una tunda. Estaba a punto de irse cuando esa vocecita empequeñecida —balbuceo su nombre

—Ro... Robert quiero disculparme por lo mal que me he portado contigo, no es tu culpa que yo me desespere por no poder caminar y a veces soy grosero porque me da mucha vergüenza

—Disculpa aceptada,  ya quita esa cara de tristeza; Dr. Matthew esto no es correcto no lo presione más —respondió de inmediato

Adán respiro profundamente y viéndolo con los ojos llorosos, aclaro la voz para ya no lucir como un niño desvalido, aunque así se sentía era lo último que deseaba proyectar

—No sí es necesario, es que odio que me ayudes a ir al baño e intento a toda costa hacerlo solo, yo... es que yo, me acuerdo —susurro.

—¿De qué hablas muchacho? —indago Robert

La cuna II parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora