Adán
Marcus, se presentó a la visita más temprano de lo habitual, no era ni medio día cuando llegó, lo noté ansioso y algo malhumorado, en cuanto Robert se marchó, entró al baño hecho un bólido y coloco el seguro. No me fue difícil saber lo que haría ahí dentro «fumar». Al salir era otro, su semblante mostraba alivio e incluso, recobró su actitud despreocupada.
Como no tenía con quién más hablar de lo sucedido con Aitana, me arriesgué confiando en él, le conté.
—Esa arpía. No entiendo ¿Cómo le permitiste que te hiciera eso? No me vayas a decir luego que te excita eso de hacerla de sumiso y andar con esas locas que usan tacones de aguja y esos vestidos de cuero pegaditos que marcan todas sus curvas de una forma que enloquece, y que te desnudan todito, te agarran a latigazos, y se te suben en la espalda y te encajan los tacones y a la hora del sexo te gritan dime que eres mío, que soy tu ama, dímelo —al darse cuenta como lo observaba atónito ante su representación que era entre cómica y perturbadora.
Se detuvo.
—¿Qué? ¿Por qué, me miras así?
—Porque tengo la impresión de que tú sí has hecho eso.
—Yo, no. Imposible, me contó el amigo de un amigo, que le paso a su primo lejano —mintió —Ya, no es ese el punto ¿qué piensas hacer? No puedes volver a tolerar algo así, esa engreída, ha ido demasiado lejos, bien dice el abuelo Arthur que las irlandesas traen al diablo en el alma, fogosas en la cama, pero mandonas.
—¿Es que tú crees que vuelva a hacerme algo parecido?
—Algo parecido no, algo mil veces peor, es momento de que demuestres que eres un hombre viril, tu me entiendes que te hagas respetar, que no siga teniéndote en el concepto de niñato pantalones cortos, ignorante de los placeres de la carne, Adán, tienes que enseñarle que, si se pone traviesa, tú te prendes y te pones sexual, que eres todo un toro, un semental en edad de merecer.
—¿De qué rayos hablas Marcus? La tipa me laxó ¿me quieres decir dónde ves lo sexual? —le pregunté «mi hermano estaba mas zafado de lo que creía», pensé
Se dio una palmada en la frente —¡Qué no entiendes si esta clarísimo! Uso la palabra castigo, me dices que pareció disfrutar lo que te hizo, que lo gozo, es cierto es algo enfermizo, pero en el sexo se vale. Adán quiere competir con Dasha, no tolera que se te acerqué.
—Sí, porque no quiere que le quite el trabajo, que opaque su labor.
—No. Vaya que eres lento, es porque le gustas, esta celosa y loquita de amor por ti, te desea, hermano.
Reí de forma breve.
—Las drogas que consumiste te frieron el cerebro, Marcus ¿cómo se te ocurre semejante idea? Esto es serio, quieres por una vez no tomar lo que te confió a broma. Aitana no me tolera a veces hasta siento que me odia.
—Lo ves, más a mi favor, bien dicen que "del odio al amor solo hay un paso" Y no bromeo. A ver piensa esto se enfado por no ser ella la que te limpiara el trasero, una mujer que enfurece por eso, y exige el derecho de ser la única en desempeñar una labor para nada grata, la única razón que puede existir es porque te ama, y además seguro que debe aprovechar la oportunidad para echarle un ojito a tu paquete.
Tomé mi almohada y se la lance —Ya cállate, en momento así me pregunto de donde te sale a ti tanta burrada. Para mí que eres adoptado.
Se lanzó en la cama y saco su bolsa de m&ms coloco unos pocos en su mano, los separó y se comió solo dos.
—Yo ya cumplí con mi deber de hermano iluminándote, si tú no quieres arrancar los motores, allá tú —Deberías darle una nalgada bien dada cuando vaya pasando o cuando se incline para acomodarte las almohadas darle un beso salvaje —fantaseo mirando al techo, de repente se incorporó —¿Tengo mucha hambre? —me compartió.
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La cuna II parte
Teen FictionEs la continuación de la cuna Titulada El vuelo de las golondrinas Bienvenidos a la segunda parte de la Cuna. donde tendremos el final. Gracias por seguir aquí. Para los lectores que llegaron aquí y desconocen de la existencia de la primera parte...