Germano el verdadero Druida y un hogar para Marcus

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Pov Harold

Al llegar al frente de su casa, tuve que arrancarlo del asiento de mi camioneta, tomado del brazo, cuando Divicarius abrió la puerta una enorme sonrisa se formó en sus labios al verme, la misma que se borró, apenas se percató de quién era mi acompañante incómodo.

Me alegra mucho verte Harold, pero por tu expresión y el regalito que me traes —señalo a su hijo con ojos severos. —me adelanto a suponer que esta no es una visita social.

—Siempre me da gusto verte amigo —respondí. —sin embargo, el motivo de mi visita a estas horas de la noche es por una situación en extremo delicada que se relaciona directamente con tu hijo.

Divicarius dio una mirada firme y penetrante a su hijo, lo impulse al frente y el chico paso de mis manos a las de su padre, no tuvo opción más que encarar sus ojos cuando le pregunto en tono de regaño

—Según yo te deje estudiando en tu habitación. De nuevo escapándote por la ventana —movió la cabeza lentamente y soltándolo del brazo lo envió a su habitación. Frenándolo a media escalera —Michael, no vayas a encerrarte con seguro como es tú costumbre como te dije hablare a solas con mi amigo Harold y en cuanto te llame quiero que bajes ¿entendido?

—Sí papá —respondió, cabizbajo.

Cuando termine de poner en contexto a Divicarius como fue rebautizado al obtener el cargo de Druida o Germano como yo lo conocía, su ofuscación fue tal que no se reservó al igual que yo, era un hombre de mecha corta.

—Michael —Grito a todo pulmón.

El chico se asomó quedando al pie de las escaleras sin atreverse a bajar.

—Ve a esperarme a mi despacho, pero antes pasa a mi habitación, por el cinturón de disciplina

—Pero papá... yo... tú. ¡¡No!! Ya no puedes hacer eso, yo ya soy —se tropezó con sus palabras sin lograr tejer una sola frase coherente

Germano resoplo con aspereza —Ni te atrevas a llevarme la contraria, Harold ya me conto todo y sí vamos a hablar de lo que podemos o no hacer, tu rebasaste todas las fronteras; así que ni intentes usar ese pretexto de tu edad, yo te vi nacer y se perfectamente que tienes 23 años y en esta casa se hace lo que yo ordené. Hasta que no obtengas el grado de Druida y me sustituyas, lo cual veo muy lejano, sobre todo ahora que perdiste los últimos dos años de avance con lo que me acabo de enterar.

Bajo tres escalones horrorizado —No papá, no me puedes regresar dos años, ya estoy listo para el siguiente nivel, además en quince días es mi ceremonia de renacimiento —bramo al borde de las lágrimas.

—Michael, por favor hijo, obedéceme, subo en unos minutos tenemos mucho de lo que hablar a solas —respondió con una voz más suave.

Se dio la vuelta, resignado perdiéndose en el pasillo.

—No lo castigues, son chicos de una nueva generación, solo harás que te guarde rencor, eso lo aprendí a la mala —le compartí con un nudo en la garganta.

—Harold Novak, diciendo eso, tu nieto debe ser un muchacho muy especial, para cambiar "a un viejo lobo de mar"

—Lo es, ahora que lo conozcas lo verás.

—Mañana mismo, iré a ver a tu muchacho y lo vamos a traer de vuelta, te lo juro.

«Mi corazón se llenó de esperanzas».

Pov Marcus

El quejido de ahogó de un clutch, siendo presionado de forma incesante, se coló en mis oídos, la caja de velocidades tronó en repetidas ocasiones, hasta que el clásico rugido de la marcha encendida se escuchó, y aunque el ruido era molesto, no despabilé hasta que el sonido de ese vehículo se alejaba rumbo a la carretera,

La cuna II parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora