El viaje

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EN EL OTRO LADO

Pov Dylan

En un estado contemplativo, posé mi mirada hacia arriba, entre las trabes del techo de la cabaña. ¡Qué fácil había parecido dejar atrás esos pasillos del Hospital! ¡aquella habitación llena de experiencias y sentimientos vertiginosos de extremo a extremo! encasillados en el pasado a donde pertenecían. Sin embargo, las dudas dinamitaron mi breve sensación de alivio, de despertar de una pesadilla para darme cuenta de que todo fue real; lance los edredones descubriendo mis piernas, contuve la respiración y susurre al intentarlo.

—Por favor, por favor que pueda moverlas

Un suspiro amplio y profundo lleno todo el espacio cuando mis dedos y mis piernas respondieron, moviéndose, salte de la cama al piso tallándome los parpados y antes de poder sentirme feliz y agradecido.

Tomé asiento al borde de la cama y cavilé

¡Esto no significa nada!

Estas en "el otro lado". No existe nada, hasta ahora que te garantice, que tú volviste a caminar. Respiré hondo e intente tranquilizarme haciendo uso de un optimismo, necesitado de creer en que donde fuera que se encontrara mi cuerpo, mis piernas sirvieran, de lo contrario no estaba seguro de querer volver. Me aferre a las siguientes deducciones:

«Me había quedado a continuar con mi rehabilitación por lo que las posibilidades eran altas, exacto solo eran "posibilidades" contraataco desde mi interior las voces de mis temores. No es momento de entrar en pánico, —piénsalo debiste tener que volver a caminar de otra forma no estarías aquí. No sin la libertad de investigar para saber cómo llegar, pero mi voz interior con ese fastidioso tono suspicaz intervino: eso no es estrictamente necesario Dylan ¡Vamos! nos conocemos, tú habrías encontrado la forma. Meneé la cabeza sacudiéndome todas esas ideas inútiles, que solo servían para alterarme y agitar esa pregunta cumbre, que flotaba en las aguas turbias de mis pensamientos como una enorme bolla emitiendo un ruido escandaloso.

¿Qué ha sucedido con mi cuerpo, el tiempo que yo estoy aquí?

La puerta se abrió mientras yo balanceaba los pies al frente y hacia atrás aún al escucharlo me quede allí, sentado con la mirada absorta.

—Didi, hijo pasa de la una de la tarde ¿pudiste descansar?

Levanté la cabeza con una aprensión que no pude ocultar a tiempo.

Papá estuvo a mi lado en un parpadeo, tomo asiento y palmeando mi pierna me preguntó

—¿Recordaste algo más?

Eleve y hundí los hombros y con desanimo le contesté —Bueno, creo que te conté de mi escape a la última carrera, dónde por cierto ni siquiera corrí, y lo peor las consecuencias: deje a Jeimmy con amnesia selectiva y a mi minusválido —dije amargamente —ladeé la cabeza viéndolo de reojo, tras un suspiró, se lo conté —soñé con mi reacción cuando mamá y el abuelo me negaron ir a ver a Jeimmy, como te imaginaras ante sus constantes negativas y mi terquedad, termine por tomar una decisión no muy sensata.

Papá paso su brazo sobre mi hombro, estrechándome

—¿Me cuentas? —me pidió con ojos calmos.

—No es algo de lo que este orgulloso —le adelante. —¡Uf! Ya que insistes, te contaré, resumiendo yo estaba resuelto en ver a Jeimmy a toda costa por lo que intente escapar del Hospital de Houston, sin importarme estar en silla de ruedas, pretendía llegar solo hasta Denver y decirle que yo estaba vivo.

Papá tosió, sorprendido abrió los ojos de par en par, ahogándose con su propia saliva, se dio unos golpecitos en el pecho y aclaro la garganta, antes de que me regañara, me apresuré a explicarle.

La cuna II parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora