La respuesta

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Pov Harold

Acudí a la recepción de la clínica en cuanto me avisaron que Germano u «"Divicarius", aún no me hacía a la idea de llamarlo así», aguardaba, puntual a las diez de la mañana, como acordamos, hora en que iniciaban las visitas, llegué al mostrador con el pase de autorización.

La misma enfermera que minutos antes, realizo la llamada a la habitación, se giró apresurada con algunas tabletas medicas en una mano y un café en la otra.

—Sr. Novak —señalo sobre mi hombro apuntando con la taza de café. —Ese es el hombre que lo busca, los dejo, debo hacer mi ronda. Ah, por cierto, cualquier urgencia o necesidad que surja, hoy están a cargo de la ronda del pabellón de neuropsiquiatría, Alex y Jack.

Le agradecí, y al darme la vuelta me encontré con una expresión ceñuda por parte de Germano.

—¡Neuropsiquiatría! ¿Escuche bien? ¿Harold, por qué tienes a tú chico en ese pabellón? —dio una ojeada a nuestro alrededor con desagrado —Y en un sitio que es evidente atiende a personas con trastornos de la mente.

—No me mires así, crees que me siento cómodo teniéndolo aquí, claro que no, es una de las razones por las que no me separo de él. La realidad es que cuando los doctores no hallaron nada mal en la salud física de Dylan, nada que explicara su estado ausente, se deshicieron del problema tipificándolo como algo psiquiátrico y enviándolo a esta clínica.

—Lo siento, amigo. No te estoy juzgando, es solo... que debo decir, que me sorprendió —se disculpó y palmeo mi hombro.

—Han sido meses difíciles. Si lo traje aquí es porque no sabía que más hacer y esta clínica es todo lo que puedo cubrir con mi seguro.

Sentado en la hilera de bancas metálicas, encorvado, detrás de su padre, se encontraba Michael, con la mirada al piso y la cabeza cubierta con la capucha de su sudadera roja.

«Es un chico Harold, solo un chico», me repetí.

Al desviar mi mirada la voz apesumbrada de mi amigo me devolvió los ojos a su rostro.

—Si su presencia te molesta, le diré que se marché. Pero debes saber que, si lo traje, es porque, aunque yo le haré la valoración a Dylan, es muy probable que Michael, sea de utilidad, ayer pase horas hablando con él, me confió todo, y está dispuesto a ayudar, es un buen chico, y está muy arrepentido, si debes culpar a alguien es a mí, Michael pasa mucho tiempo solo, por mi trabajo, este último año era crucial para su formación y lo descuide, está descubriendo el grado de poder que se puede alcanzar como Druida y eso engolosina a cualquiera.

Resoplé

—Aún, estoy digiriendo eso de la magia celta, y no me está siendo nada fácil, si accedí a esta intervención, es porque estoy desesperado, aunque eso no resta que esto no deje de parecerme una locura, lo intentaré, y es cierto que me cuesta no querer estrangular a tu hijo al tenerlo cerca, pero sí crees que es de ayuda, adelante.

—Te entiendo, amigo, aunque no es equiparable con el daño que causó, si te sirve de algo, no lo deje asistir a la celebración del renacimiento y como escuchaste ese día en mi casa, este jovencito re cursara los estudios desde nivel básico, ya es un hecho, ayer mande el comunicado al consejo Druida, además de que deberá tomar un curso intensivo de "Ética en las prácticas Druidas", que yo le impartiré y en cuanto a mi amonestación como su padre —se frenó y prosiguió —Pues, digamos que la mano dura ha vuelto a casa.

Miré a Michael que se hizo pequeño en la silla.

—Sin golpes —murmuré

—¿Qué has dicho? —me preguntó

La cuna II parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora