Un viaje decisivo

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Pov Henry

Los manoteos de Dylan contorsionándose en la cama junto con esos sollozos ahogados, me despertaron de exabrupto, apenas alcanzando a incorporarme y encender la lamparilla a un lado de la cómoda, cuando aún con los ojos cerrados elevo la voz gritando:

— Taito, taito ¿Dónde está mi taito? —lo acerque a mi intentando despertarlo tenía la frente empapada en sudor frio. —Dylan, cálmate, Hijo soy yo papá.

Abrió los ojos, su respiración era agitada al reconocerme y ubicarse, extendió los brazos 

—¡Papa, abrázame! —coloque una mano detrás de su nuca atrayéndolo a mí y otra rodeando su espalda —tranquilo Didi, aquí estoy, aquí estoy.

Me llevó casi media hora que lograra calmarse y fuera capaz de contarme esa parte de su vida, que se encontraba hasta hace unos días apagada en su cerebro, y que ahora empujaba con fiereza por salir a la luz. Me confió con lujo de detalles, todo lo que había recordado después del accidente en motocicleta: efectivamente había estado unos minutos muerto, tras una resucitación exitosa, lo habían trasladado al Hospital naval en helicóptero, le habían realizado dos cirugías y tres meses después lo habían trasladado a un Hospital de rehabilitación especializado, mi sorpresa fue abismal cuando me conto que Harold, su abuelo materno, se había encargado no únicamente de los gastos extras, si no de incluso de velar por él y su recuperación día y noche, sin embargo lo que había provocado que Dylan despertara entre gritos completamente alterado fue rememorar esa visita de su psicólogo y amigo el Sr. Tyler, y la confesión de que Jeimmy creía que Dylan había muerto en el accidente de motocicleta en noviembre de 1989, me explico que en palabras de ese hombre que la experiencia había sido tan traumática para Jeimmy, que su mente no fue capaz de procesarlo y que el hecho de que entrara corriendo a la sala de emergencias cuando estaban intentando reanimar a Dylan, y que después se lo llevaran a un Hospital en otro estado dejando de verlo, únicamente agravó la condición de Jeimmy, tomando por loco a quien le dijera lo contrario, a que su hermano había muerto y evitando a toda costa hablar del tema lo llamaban "amnesia disociativa".

Dylan estaba exhausto y frustrado porque por más que intentaba deducir después de eso ¡Cuándo y cómo era que su hermano había terminado en coma! Tampoco sabía si él, aún se encontraba en rehabilitación cuando Jeimmy quedo en coma. Yo percibía que otro de sus temores, que no necesito expresarme, era ¿sí lo había logrado? ¡Volver a caminar!

Después de discutirlo, lo deje prácticamente de manera forzosa y a regañadientes en mi habitación para que durmiera un poco, realmente dormir, porque en ese maremoto de dilucidaciones que fue la noche pasada, mi muchacho se veía más cansando, incluso que la noche anterior antes de irse a dormir, tras asegurarle que Orson seguía dormido y diciéndole la «mentirilla piadosa» de que lo esperaría para que charláramos los tres. En unos cuantos cabeceos y parpadeos se quedó dormido, cerré la puerta con cuidado de no hacer ruido, llamándole a Boly, no quería que se quedara con él, pues en cuanto ese perro troglodita, escuchara movimiento en la cocina comenzaría a aullar y a rascar la puerta para poder salir disparado como un volido hacia su plato, interrumpiendo el sueño de Dylan.

Apenas encendí la cafetera Orson apareció en el marco de la puerta de la cocina

—¡Puedo pasar?

—Adelante, toma asiento —lo invite —jalo la silla de la cabecera y se sentó.

—¿Quieres café? —pregunte.

—Nada me gustaría más —respondió, sonriente.

Le entregue su taza con la mía en mano y tome asiento frente a él, envolví mi taza en mis manos apoyándola sobre la mesa

La cuna II parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora