Casi no había visto a Taemin en toda la semana, solo un par de veces que el chico pasó por él a la salida de clase. Estaba ocupado con las tareas, con las prácticas de baile y con su mente enloquecida.
Su novio siempre trataba de ser comprensivo con él, pero Jimin podía notar su molestia por el teléfono cuando le dijo que ese fin de semana probablemente no podrían verse.
- Ya casi nunca tienes tiempo para mí. - le dijo con tristeza. Y Jimin quería pensar que eso no era cierto, que solo estaba demasiado ocupado.Trataba de no darle demasiadas vueltas al tema, él estaba feliz con Taemin y Jungkook era su amigo, nada más.
El timbre de la casa sonó y Jimin se apresuró a abrir, sabía de sobra quien era.
- ¡Kook! - el menor tras la puerta esperaba con una sonrisa. - Pasa.
Jimin se hizo a un lado para dejar pasar al chico.
- Voy a avisar a mamá, está en la cocina preparando una tarta. - el pelinegro asintió tímido. - Ponte cómodo. - le dijo señalando el sofá.
Un par de minutos después el rubio apareció con su madre por el salón.
- ¡Oh Dios mío! ¡Mírate! - la señora Park se acercó al menor con los brazos abiertos.
- Me alegro mucho de verla señora Park, ha pasado mucho tiempo. - Jungkook le correspondió el abrazo.
- Siempre tan tierno y educado, - la señora Park se derretía de amor. - ¡No has cambiado nada!
Agarró al chico por las mejillas y lo observó con cariño. Jimin miraba la escena tratando de aguantar las lágrimas que amenazaban con salir. Sabía que su familia adoraba a Jungkook y todos lo echaron mucho de menos durante mucho tiempo.
Unas llaves sonaron y la puerta de la casa se abrió, Jihyun se quedó estático observando la escena. Jungkook lo miró sorprendido.
- ¡No puede ser! - gritó el menor de los Park y salió corriendo para abrazarlo. El pelinegro lo apretó con fuerza. Conoció a Jihyun cuando el pequeño tenía apenas 4 años, y la última vez que lo vio tenía 9. Ahora ya era un adolescente.
Los cuatro se sentaron en el salón, la señora Park y Jihyun escucharon atentos la historia de Jungkook, Jimin no había querido contarles nada, pensaba que no era de su incumbencia y que era el pelinegro quien debía hacerlo si quería.
Observó a su madre derramando lágrimas y a su hermano con la cara llena de tristeza. Sabía que les dolía tanto como a él lo mucho que había sufrido Jungkook.
- Bueno, no he venido para que estemos tristes, me hace muy feliz volver a verlos. - dijo el pelinegro al observar las caras de los Park.
- Y a nosotros nos hace muy feliz volver a tenerte en casa. - respondió la señora Park con una enorme sonrisa. - Hyunjoon llegará en un rato, está deseando verte.
Caminó hasta la cocina y volvió un par de minutos después con una tarta entre las manos.
- Traed cubiertos y platos. - dijo señalando a sus hijos. - He preparado la tarta favorita de Jungkook. ¿Sigue siendo la de chocolate, no? - preguntó al pelinegro. Este asintió feliz.
- No hacía falta que se molestara señora Park. - dijo acercándose a la mesa. La tarta se veía deliciosa.
- ¿No me vas a llamar nunca Jihye? - preguntó riendo.
Comieron tarta, hablaron y rieron durante toda la tarde. Especialmente cuando la señora Park empezó a sacar álbumes de fotos donde la dignidad de sus hijos se veía seriamente afectada.
El señor Park llegó un rato después y abrazó a Jungkook con la misma emoción que el resto de su familia.
El pelinegro se sentía querido en esa casa, siempre fue así. Y por suerte nada había cambiado.
La madre de Jungkook cocinó su comida favorita para la cena y él no cabía en sí de la alegría. Le ofrecieron quedarse a dormir y no lo dudó ni un segundo, adoraba estar con ellos. La señora Park le sugirió a Jimin que durmiera en el sofá, pero él se negó. Podemos dormir juntos como siempre - le dijo a la madre del rubio. - De hecho el otro día dormimos juntos en mi casa.
Jimin podría haber insistido, podría haberse negado y simplemente irse a dormir al sofá. Podría. Pero no lo hizo.
- Siento mucho que mi cama no sea King size. - se disculpó el mayor con una carcajada.
- Si te molesto puedo ir al sofá. - Jimin negó con la cabeza.
- Era broma Kook, podemos dormir bien los dos aquí. - Jungkook sonrió.
Fue al baño a cambiarse y cuando volvió, vio al pelinegro con el pijama que le había prestado. Las mangas le quedaban un poco cortas, el pantalón se le subía un poco más arriba de los tobillos y aún así se veía increíble. La tela pegada a su piel dejaba ver todos sus músculos definidos. Jimin tragó saliva. Empezamos bien. - pensó. Y se dirigió a la cama para meterse dentro. El pelinegro hizo lo mismo.
Los dos chicos en silencio miraban el techo. Jimin repasaba en su mente una y otra vez lo que acababa de ver. Jungkook pensaba como sería besar los esponjosos labios del mayor.
- ¿Aún sigues cantando? - preguntó el rubio.
- Hace meses que no lo hago, pero me sigue gustando. - miró a Jimin. Es jodidamente precioso - pensó
Jimin giró la cabeza al sentirse observado. Los dos se miraban fijamente a centímetros de distancia. La tensión se podía palpar.
- ¿Te gustaría venir a verme bailar el lunes? - preguntó el rubio tratando de no bajar la mirada hacia los labios de Jungkook.
- Me encantaría. - respondió el menor con una sonrisa. Observó cada facción de Jimin, sus ojos rasgados y profundos, su pequeña y fina nariz, sus labios gruesos y esponjosos. - Nada me gustaría más.
Jimin sintió sus mejillas arder. La forma en que Jungkook lo analizaba lo ponía nervioso. Le apetecía besarlo y no sabía porque. Le apetecía mucho, pero no podía hacerlo. No podía estropear su relación con Taemin y tampoco su relación con él.
Se giró y apagó la luz de la mesita.
- Buenas noches Kookie.
Las mejores. - pensó el menor.
- Buenas noches Chim.
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No me sueltes [JIKOOK]
FanficLa vida separó a Jimin y Jungkook, después de una infancia llena de cariño y amistad. Años después, ella misma se encargó de volver a unirlos. Pero nunca vuelve quién se fue, aunque regrese. ¿Podrían mantener la amistad que construyeron en un pasado...