Capítulo 39

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—Genial, esto, todo esto es una mierda. —digo en voz alta, después exhalo algo cansada y me dejo caer al piso llevando también mis manos a la cabeza y apretando mis puños.

Luego en un momento un estruendo hace que me coloque de pie de inmediato, el ascensor se detiene y repetidas veces comienzo a presionar cada botón del mismo para poder salir de aquí pero no está funcionando.

—Ok, Sara, solo trata de calmarte y respira profundo, tu podrás con esto, tú eres fuerte solo cálmate por favor. —Intento auto relajarme para no perder el control ya que estar en espacios cerrados me causa mucho pánico y más si no tengo opción de salida.

—¿Qué estoy haciendo? ¿Qué está pasando? ¿Por qué no se abre de una vez por toda esta maldita puerta? —hablo desesperada caminando en círculos obviamente pequeños ya que el espacio es reducido y de un momento a otro siento como el aire comienza a faltar, que todo me está dando vueltas, no llevo prácticamente ni diez minutos aquí y siento que ya no lo puedo resistir, me recuesto a la pared, mi cuerpo está muy agitado y el hecho de mirar a cualquier parte y no ver ni siquiera un espacio abierto me aterra aún más.

He llegado al punto de golpear la puerta con mucha fuerza y gritar que por favor me ayuden, pero nadie me ayuda.

—¿Acaso no me están escuchando? Ayuda por favor ya no puedo más, ya no. —las lágrimas comienzan a rodar por mis mejillas y el aire se hace más ausente a tal punto que comienzo a ver un poco distorsionado todo y siento que me estoy asfixiando, así que me quito la chaqueta, la blusa y así después el resto de ropa hasta quedar solo en ropa interior, pero esto no funciona para nada y el aire me está haciendo mucha falta, y siento como mi pecho sigue oprimiéndose.

—No te duermas —susurro—. Esto tampoco funciona, el dolor no me despierta y el color rojo en el piso es lo último que logro ver.

Narra Noah.

Tomo el celular para hacer una llamada, pero en la pantalla veo una llamada entrante de Antonio.

—¿Qué sucede? —contesto de inmediato.

—Eh, señor, lo que pasa es que tuvimos un pequeño inconveniente con uno de los ascensores.

—Y qué pasa con eso, me parece que no soy a quien deberías de llamar para informar sobre ese problema. —respondo molesto, por el hecho de que me haya llamado por esa estupidez.

—Sí, eso lo sé, el problema es que una persona que quedó atrapada, se trata de la señorita que usted trajo, pero no se preocupe que ya los de manteamiento están haciendo su trabajo para sacarla de ahí.

—¡Escucha! necesito que consigas a un médico de inmediato, que sea de confianza y cuando abran ese ascensor no dejen entrar a nadie que no sea el médico si yo no he llegado.

Cuelgo la llamada y freno el auto para dar la vuelta y regresar al edificio.

—¡Maldición! Justo ahora tenía que suceder algo así. —expulso con furor y al mismo tiempo desespero.

Este suceso me hace recordar algo que paso con ella hace mucho tiempo, fue muy traumatizado para Sara, el miedo reflejado en sus ojos y la ansiedad al sentirse encerrada le provoca perder la noción del tiempo y el control sobre sí misma.

Recuerdo perfecto como ese día que la encontré en ese cuarto encerrada y lastimada, se había mordido las manos hasta sangrar, yo antes la había estado observando desde una cámara por una computadora, ella se veía perdiendo el control, golpeaba las paredes y gritaba como loca para que la sacaran de ese lugar.

Yo no pude sentir satisfacción en ese momento, no pude tampoco solo ignorar lo que estaba viendo como lo había hecho ya veces anteriores con otras personas. Por un momento se quedó mirando la cámara, sus ojos estaban empapados de agua y sus labios pidieron auxilio, como si ella supiera que yo estaba justo ahí mirándola.

Fue tan extraño todo en ese momento porque por primera vez sentí la necesidad de ayudar a alguien que no fuera mi hermano, mi madre o yo mismo.

Así que fui por las llaves, las cuales sabía perfecto donde mi padre las guardaba, caminé hasta la habitación que la habían encerrado y cuando la abrí encontré rastros de sangre por el piso, ella me miró sorprendida y caminó hasta llegar a mí y se me tiró encima abrazándome, yo no sabía qué hacer, no podía ni siquiera preguntarle cómo estaba o decirle algunas palabras de aliento, éramos tan solo unos niños en una situación incómoda, mi cara siempre se mantuvo sin demostrar algún tipo de emoción, sin embargo lo único que pude hacer por ella en ese momento fue abrazarla y así sentí que poco a poco su respiración se fue controlando.

Dark and LightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora