Capítulo 40

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Salgo de mis pensamientos al llegar al edificio, freno el coche y me bajo de inmediato.

—¿Ya lograron abrir el ascensor? —pregunto a Antonio, mientras nos dirigimos a este.

—Ya están trabajando en ello señor.

—¿Y el doctor?

—Aquí estoy. —responde un señor que sostiene un botiquín de primeros auxilios y un maletín en sus manos.

—Ok, necesito que retires a todas estas personas de aquí, no quiero espectadores. —me refiero a las personas que a nuestro alrededor observaban esperando a ver salir a la mujer que se encuentra dentro del ascensor, lo cual es algo que no puedo permitir por dos simples razones, una es que se hará visible la sangre vieja que se encuentra en la ropa de Sara, y dos ese que las condiciones en las que la vamos a encontrar no van a ser las mejores.

Antonio se dispuso a cumplir mis órdenes y alejo a todos del lugar.

—¡Listo! Ya lo hemos resuelto, solo será cuestión de que el ascensor regrese en unos minutos a este piso y la podremos sacar de ahí. —dice un hombre que está haciendo el mantenimiento al ascensor.

No puedo negar que hasta este punto las ansias me están descontrolando, cada segundo lo percibo pasar en cámara lenta.

—¿Qué sucede? —me pregunto internamente—. ¿Por qué repentinamente aparece esta sensación en mi cuerpo? —empuño las manos a un costado de mis piernas—. No puedo estar sintiendo esto, no.

Muchas preguntas llegan a mi cabeza y a raíz que el tiempo pasa más desesperado me siento.

Hasta que el ascensor llega a este piso y comienza a abrirse tan lento que hace que mi pulso empiece a acelerarse.

Lo primero que veo es su blusa junto a mi chaqueta que están a un lado de ella, sus manos se ven manchadas, sí, eso es sangre, lo sabía, sabía que algo así podía pasar.

—Doctor, entre conmigo, debemos ir a mi apartamento.

—Eh sí por supuesto. —responde y entra de inmediato al ascensor y presiona algunos botones para que comience a subir.

Me agacho y la tomo en mis brazos, su cara se ve pálida, el doctor comienza a inspeccionar sus heridas y noto que su pulso está débil. La rodeo con mis brazos, la cargo y él y yo caminamos de prisa directo a mi apartamento al salir del ascensor, al entrar a este la llevo hasta mi habitación y la acuesto en la cama.

—Haga lo que sea necesario para que este bien, no me conviene que muera en este momento. —Le ordeno—. Pensando en que mi único interés por ella no tiene nada que ver con los sentimientos, ¿Sentimientos? no, claro que no es por ningún afecto emocional, es más que eso, es por una deuda, esa deuda.

—Esta mujer necesita ir a un hospital de inmediato. —sugiere él.

—Ella no saldrá de aquí y si es necesario que usted traiga el hospital aquí para salvarla solo hágalo, pero si quiere un poco de motivación piense que al salvarle la vida estará salvando la de usted. —Me alejo y me siento en un sofá que está a un lado de la cama con mi mirada fija en ella.

—Yo... necesito hacer un par de llamadas para que me traigan algunas cosas que necesito.

Yo asiento. —Sí usted es inteligente como yo creo estoy seguro que no va hacer nada estúpido.

—Claro que no, este no es el primer trabajo que realizo de esta manera.

Una hora después...

Desabrocho mi camisa y me quito la ropa para darme una ducha, camino hasta el baño desnudo y minutos después salgo de la misma forma que entre.

Abro el closet y saco una sudadera y volteo a verla, sus ojos están abiertos y fijos en mí, y yo me coloco la sudadera sin ninguna prisa, camino hasta el sofá, me siento y su mirada sigue mis pasos.

Recuesto mi espalda en este, echo la cabeza hacía atrás y cierro los ojos.

Dark and LightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora