Capítulo 57

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—¿Será qué ahora si me puedes explicar qué sucede? —Hago una pausa y relajo mi cuerpo—. Escucha yo pensé que tú, pues no sabía dónde estabas ni siquiera si aún vivías. —admito—, y entonces hoy te apareces así de la nada y él solo nos deja ir, así como si nada hubiera pasado, entiende que esto es muy confuso para mí.

—Y entiendo que lo estés, pero no hay nada que explicar ya él te contó lo que sucedió y eso es todo. —responde.

—Sí, pero aún así todo esto me parece tan raro, no es normal que de la nada todo se solucione de esta forma, y después que te dispararon. Por Dios es cierto tú estabas herido cuando yo te dejé. —Intento acercarme a él y revisar la cicatriz, pero me lo impide.

—Sí, tu te fuiste después de eso, pero ese no es el punto solo debes olvidar el asunto y ya. —puntualiza separando mi mano de su camisa.

Aidan, aunque intenta ocultar sus emociones me deja ver que se encuentra molesto, hay algo distinto en él y no lo culpo si es rencor hacia a mi o algo por el estilo, ese día no debí haberme ido y dejarlo solo en ese estado, y en vista que lo único que estoy consiguiendo es que se porte cada vez más frío prefiero no seguir preguntando por lo que me recuesto al asiento del coche, giro mi cabeza hacia la ventana del mismo y me quedo en completo silencio.

Minutos después abro mis ojos por causa del sonido que proviene de mi estómago, la sensación de hambre me hace despertar ya que al parecer me había quedado dormida.

Sin embargo, no quiero pedirle nada a él, ya me siento lo suficientemente avergonzada como para decirle que tengo hambre.

Y ahora que lo pienso bien, se supone que ya estoy libre y no tengo que huir de nadie lo cual quiere decir que ya puedo volver a casa y además puedo volver a ver a Carla, el problema es que no tengo nada de dinero y mucho menos sé cómo regresar, en mi vida nunca había viajado y aun sigo sin conocer siquiera el nombre de esta ciudad.

—Llegamos. —dice Aidan, luego de frenar el coche.

—Específicamente ¿A dónde hemos llegado? —incurro.

—A nuestro hogar temporal.

Trato de preguntar a qué se refiere con eso de nuestro hogar temporal, pero no me da tiempo de hacerlo porque cuando abro mis labios para hablar ya él se ha bajado del auto.

Yo solo hago lo mismo, mi confusión hasta este momento es grande y lo único que quiero son respuestas, pero no entiendo por qué todo en mi vida termina siendo un maldito signo de interrogación, tal vez he estado tanto tiempo bajo la costumbre de hacer lo que se me ordene, actuar sin cuestionar, a responder ante el dolor y la sumisión como algo natural por el maltrato que he recibido desde niña, pero ¡Ya basta! Estoy harta de que todo me sea impuesto y tenga que obedecer sin juzgar o decir lo que siento, pienso y quiero.

Todo eso debe cambiar y tengo que terminar, sé que no puedo olvidar tan fácil todo lo que he pasado, pero estoy cansada de que todos quieran abusar de mí voluntad.

—¡Aidan, Espera! —Me quedo parada a un lado del auto y logro que él se detenga antes de entrar a la casa.

—¿Qué sucede, por qué aún no vienes?

—No lo haré, no voy a entrar.

—¿Qué? ¿Cómo que no vas a entrar a la casa y que piensas hacer entonces? —Se da la vuelta, la distancia que nos separa es mucha por lo que nos toca alzar un poco la voz para poder escucharnos.

Ambos nos quedamos viendo, él en su expresión muestra intriga por mi actitud y yo trato de mantener mi postura.

Dark and LightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora