Capítulo 7

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Agonizante y tembloroso se encuentra mi cuerpo en este momento, pero más es la impotencia que me carcome por el simple hecho de no poder hacer nada para defenderme. Mis horas, que digo horas, minutos están contados a partir de ahora, porque estoy segura que este llegara a ser mi último suspiro. O eso lo que yo pensaba, hace no sé cuánto tiempo.

Por alguna extraña razón sigo con vida, es lo primero que se viene a mi mente al abrir mis ojos. Mi vista se dirige hacia mis heridas que antes estaban sangrando y que en este momento están vendadas.

Estoy un poco confundida, pues trato de encontrar respuestas en mi mente de lo que pasó, y de dónde me encuentro en este momento.

Miro a mi alrededor, y lo primo que dedujo es que me encuentro sola, pero ¿Dónde y cómo?

Un gemido de dolor deja mis labios al intentar levantarme de la cama, me duele mucho la cabeza y partes de mi cuerpo.

Cuando trato de ponerme de pie doy un pequeño grito. —¡Rayos mi pierna! —. Lo había olvidado, lo único que pienso es en no hacer mucho ruido, pues no se quien rayos me trajo a este sitio y mucho menos que terminó por suceder ayer.

Con mucho cuidado me levanto y me acerco a la ventana de la habitación, al asomarme por esta veo unos hombres vestidos de negro y todos portan armas, alrededor observo muchos árboles y lo que parece ser un pequeño lago, y a juzgar por la cantidad de árboles que estoy viendo, puedo deducir que no me encuentro en la ciudad.

—Veo que ya despertaste.

Esa voz, pensé. Me di la vuelta de inmediato olvidando todo tipo de heridas en mi cuerpo.

—Tu, esto no puedes ser —exclamo.

Él se acerca a pasos lentos a mí, mientras yo lo observo con recelo.

—¡Detente! —ordeno, pero él solo sigue caminando sin importarle mis palabras.

—Te queda muy bien mi ropa —expresa, mientras me mira de pies a cabeza.

—Vete a la mierda —escupo—. ¿Qué me hiciste? Eres un maldito. —Intento darle una bofetada, pero esté me lo impide.

—¡Ya cálmate! Yo no te hice nada que tú no quisieras —responde—. Acaso no recuerdas nada —incurre él.

—Cómo puedes pedirme que me calme cuando me encuentro en una habitación con una ropa que supuestamente es tuya y peor aún. —Hice una pausa, y recuerdos llegaron a mi mente, cuando él y su amigo él asqueroso y depravado hombre que me ultrajo toda, me secuestraron—. ¿Qué me hicieron y dónde está el asqueroso de tu amigo que quería abusar de mí? Ustedes querían abusar de mí —acuso, haciendo énfasis en esas últimas palabras.

Un sentimiento agobiante recorre mi interior, trato de buscar respuestas y no las consigo y por más que intento recordar no puedo.

—Ok está bien, acepto que estas un poco confundida y te entiendo, pero déjame aclararte que yo no quise hacerte daño y mucho menos que —hace una pausa, mientras observa partes de mis heridas—, Roger te golpeara e intentara abusar de ti.

—Yo solo recuerdo que me golpeo muy fuerte y —hice una breve pausa—, ¡Claro! Eras tu cierto, tú fuiste quien llegó en ese momento, ya recuerdo haber escuchado tu voz —afirmo—, pero lo que no viene a mi mente es ¿Qué pasó después? —confieso.

El solo me mira un poco expectante y por un momento ambos nos quedamos sin pronunciar una sola palabra y no sé si tal vez me estoy volviendo loca o quizás será el efecto de alguna medicina que me dieron, pero por alguna razón injustificable me siento segura y al mismo tiempo desconfió de él.

Nuestros ojos se encontraron por unos segundos y la intensidad con la que me mira es igual que la de anoche solo que ahora no me aterra, solo me llena de intriga.

Muchas preguntas revolotean en mi cabeza y de alguna manera él es la única persona que puede responder a todas ellas.

Dark and LightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora