26⛥Aradia

4.6K 559 51
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Niebla.

Eso era todo lo que mis ojos podían vislumbrar. 

El ambiente era un poco cálido, pero de igual forma el vello de mi nuca y mis brazos estaba en punta. Caminé observando el suelo en todo momento ya que era incapaz de ver lo que había alrededor de mí.

Di un respingo en mi sitio al escuchar un sonido metálico a mis espaldas. Fruncí el ceño al darme cuenta de cómo mi aliento logró disipar un poco la niebla que había delante de mí. Y abriendo la boca, cogí una gran bocanada de aire para después liberar mis pulmones de éste.

Y como sospeché, mi aliento hizo desaparecer la niebla de enfrente mía como por arte de magia. Fruncí el ceño continuando con la misma acción en todo momento. Me detuve y mi vista enfocó un gran muro delante de mí. Curiosa, empecé a bordear la pared gris hasta que di con la puerta de metal.

Las puntas de mis dedos tocaron el frío metal y éste se abrió lentamente. Con espíritu valiente, decidí continuar con ésta extraña y nueva aventura. Al parecer, me encontraba en una cárcel. Observé los pisos encima de mi cabeza llenos de celdas vacías, al igual que el corredor que tenía en frente de mí. 

Caminé con el corazón en la boca, observando todas las celdas carentes de ser humano. Unos sollozos provenientes del segundo piso captaron mi atención, desviando mis pasos hacia ellos. Subí las escaleras para quedarme cara a cara con el corredor del cual provenían los sollozos. Femeninos si no me equivocaba.

-¿Hola?- murmuré.

Mi voz sonó como un eco, deteniendo los sollozos. Pero para entonces, yo ya había encontrado la celda de la cual provenían.

Pude haber sentido miedo, pero mis sentidos de alerta se esfumaron al ver a una mujer vestida de blanco acuclillada contra una esquina de la celda. Su tez blanca se encontraba con heridas y su cuerpo temblaba. 

-¿Hola? ¿Necesitas ayuda?- murmuré.

La celda estaba entrecerrada, así que me introduje en ella tras dudar unos segundos. Cuando pisé ésta, el rostro de la mujer me miró lentamente por encima del hombro. Sus ojos eran claros y poseía unas largas pestañas húmedas por las lágrimas. 

Provocó un sentimiento de lástima en mí, por lo que acercándome lentamente a ella, elevé mis manos para que notara que no poseía nada con lo cual hacerle daño.

-Tranquila, no voy a hacerte daño.

Le tendí la mano cuando empecé a escuchar unas pisadas por el corredor. Ella lentamente se incorporó y pude ver lo hermosa y elegante que lucía incluso estando indefensa. 

Observó mi mano y yo procedí a quitarme mi jersey para tendérselo. Su vestido blanco estaba casi hecho pedazos y uno de sus senos estaba por quedar al aire. Sorprendiéndome, agarró el jersey y se lo puso con rapidez, soltando un suspiro ante el calor que éste le debió de brindar al instante. Me asomé para verificar que el corredor estaba vacío.

AMO© |TRILOGÍA AMOS 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora