[PRIMER LIBRO TRILOGÍA AMOS]
Érase una vez un ángel y un demonio.
El ángel conquistó al demonio con su perversa mirada y el Demonio conquistó al ángel con su inocencia. Desafiando las reglas de sus creadores se atrevieron a enamorarse.
Así como es...
Sólo una cosa abundaba en la mente de todos, y esa cosa desencadenaría unos sucesos para nada agradables.
Una vez más había sido mi culpa. Había sido mi culpa el no haberles dado la atención que se merecían. A sido mi culpa el prestarle atención a otros problemas y restarle importancia a los seres sombra. ¿Por qué? Porque les había dado una gran ventaja en ésta batalla. Usaron mi distracción para planear su llegada... Y presentía que su retirada no sería algo rápido... ni algo fácil, por no decir imposible.
El semblante derrotado de Efona no quería borrarse de mi mente. Lágrimas silenciosas inundaban mis ojos cada vez que sus palabras volvían a reproducirse en bucle. Si Efona no vió manera de poder derrotar a los seres sombra, ¿cómo podría yo hacerlo?
-¿Informarás de esto a tus padres? -preguntó Tracy cuando Deimos se detuvo al fin en el exterior del bosque que daba la capilla.
Todos bajaron y yo permanecí mirando a la nada por unos segundos de más. Tarcy optó por bajarse al no verme intención de responder.
¿Le informaría de esto a Samael y a Lilith? Cada vez que pasaba por mi mente la mala idea que eso sería, los ojos de la segunda de los primeros amos volvían a estremecerme. Esos ojos y esa sonrisa...
-Adelantaos. -escuché decir a Deimos.
Los demás sin mediar palabra entraron en el bosque y mis piernas aún no quisierom desprenderse del asiento de la camioneta. Se abrió la puerta y desvié la mirada a la vez que unía mis manos en mi regazo, negándome a que viera la inseguridad y el miedo de mis ojos.
-Kimberly.
Cerré los ojos ante su tono de voz, reprendiéndome por el estado que había decidido adoptar ante tal situación.
-Lo mejor será que les pidas ayuda. Ésta situación no es algo que...
-¿Ayuda? -susurré, volviendo a abrir los ojos.- ¿Tú aconsejándome el pedir ayuda a mis padres? ¿A Lilith, en concreto?
Hubo un tenso silencio en el que podía escuchar cómo su respiración pasaba de tranquila a una pesada.
Lo último que deseaba era pedirle ayuda a mi madre, la cual usaría tal ayuda para chantajearme más adelante. Algo triste pero sincero.
-Apenas sabemos nada sobre los seres sombra, Kimberly. Ya no poseo ningún puesto divino para poder ayudarte en esto. -gruñó, frustrado.- Los seres sombra son algo que proviene de tu mundo por lo que tus padres sabrán bien cómo acorralarlos y derrotarlos.
-Y también sabrán usar eso para poder manejarme a su antojo.
Silencio.
El que no respondiera a tal comentario sólo me confirmó que él estaba también consciente de aquella realidad. La realidad que conllevaba el aceptar que no podía confiar en mi familia.
